Digitales y analógicos

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

No existe el éxito sin perdedores; en ocasiones, los laureados disfrutan más contemplando el despojo del adversario que la miel de su propia victoria. El triunfo electoral arrollador de Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo es un ejemplo bien explícito. Ha soplado el tablero de nuestro ajedrez político con tanta virulencia que arrolla al Gobierno de la Nación, al PSOE, y descoloca a su propio partido de tal manera que el mañana previsto por sus estrategas de comunicación (la nueva grulla-guía de la política) ha quedado desmantelado cual campamento de lona tras una arrasadora tormenta.

La primera consecuencia percibida es el estado anémico de ideas que domina a nuestros políticos. Ahora la mayoría, al comprobar las bendiciones electorales que ha recibido la palabra libertad, se engalanan con ella y dan un puntapié a las medidas de prudencia que nos protegían del bicho y, coincidiendo con el levantamiento del estado de alarma, autorizan la apertura de discotecas hasta las dos de la madrugada y convierten a España en una carretera para que pase quien quiera. Han descubierto que la palabra de moda da gran cantidad de votos y millones de alegrías, sobre todo si se expresa “a la madrileña”.  Galicia, Castilla y León, Andalucía…, comunidades tan precavidas durante la pandemia, abren puertas y ventanas y llaman a repique de campanas.

Pero no solo son los gobiernos populares. En realidad, todos abren la mano y, algunos, hasta la boca. Es el caso de Susana Díaz, la ex presidenta socialista del Sur reaparece en un claro del bosque de primavera reclamando libertad para los militantes socialistas andaluces que desean participar en sus primarias, y logra hacer en dos días más oposición a Pedro Sánchez que en dos años a su contrincante Moreno Bonilla. ¿Pero no insistía en que se mantenía en la secretaría general de los socialistas andaluces para recuperar la presidencia de la Junta? Da igual, ahora incluso se dejará halagar por los que siempre fueron sus adversarios.

 

«Si terminamos votando como quien opta por el me gusta de un tuit».

 

A todos les ha caído mal el pedrisco electoral madrileño, menos a Díaz Ayuso, claro, y acaso a los separatistas que se refuerzan cuando Madrid flamea como un dragón, y también al hacer mutis su oposición más inmediata: ¿Qué le ocurre a Illa? ¿Acaso quedó mudo? En este momento, sin embargo, a quien más atiza la pita de la libertad es a los socialistas. Tienen que analizar, y luego digerir, el trago amargo, y actuar en consecuencia. Pero han iniciado el tránsito de manera tan liviana que a muchos les parece un error. Solo han retirado del campo de batalla imaginario a los cadáveres políticos más evidentes, pero también los más inocentes: los que obedecieron órdenes. El caso es tan llamativo y chusco que parece que deberíamos esperar mayores acontecimientos en fechas próximas ya que, hasta ahora al menos, Pedro Sánchez manifestó talento y cintura política suficientes para vadear contratiempos.

Se hacen innumerables lecturas de los resultados electorales del 4 de mayo, sus causas y consecuencias. Bien pudiera decirse que, solo algunos días después. casi todo lo imprescindible está dicho y que no es necesaria la comparecencia de más expertos por muy sabios que se presenten. La luz parece que nos llegó. En la larga historia de democracias en Occidente se han dado innumerables casos de electos insospechados, a contracorriente, chistosos y hasta increíbles. El de Díaz Ayuso es uno de ellos. Sin embargo, la mejor lectura que pudiéramos hacer no se refiere a sus cualidades o defectos, sino a qué motiva a apoyarla a buena parte de ese elector que la eleva a la mayor cima imaginada por nadie. Ítem más, ¿por qué más de un 20% de electores de centro o centro izquierda votan a una candidata que se presenta bajo un rótulo tan reaccionario como “Comunismo o libertad”? ¿Por qué han votado a un meme que da millones de vueltas por la red y es objeto de comentarios, ora jocosos, ora de repulsa, en los corros más desinhibidos?

Otro de los asuntos urgentes que debe abordar la política democrática en este tiempo es averiguar cómo puede taponar esa vía como un torrente de credibilidad que viene perdiendo. Porque si terminamos votando como quien opta por el me gusta/no me gusta de un tuit, nuestro sistema democrático se encamina hacia su destino más oscuro. ¿Tan bajo cae el crédito de los políticos y su obra para que barran ofertas electorales que son menjunjes de mil productos de supermercado con mucho brilli brilli? Pedro y Pablo (el que aún queda) y tantos otros en el mundo se lo deben mirar.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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