Concentración en Madrid: la derecha dura abre el año político

El año político-electoral 2023 – quién sabe si acaba por ser el más destructivo de la legislatura, que ya es decir – comienza para nuestras derechas el próximo sábado 21 de enero. Ese día, las derechas españolas tributarias del franquismo y la iglesia de la cruzada se dan cita en un nuevo “encuentro Colón”, pero en esta ocasión en la plaza de Cibeles. El lema de la cita da risa: “En defensa de España, la democracia y la Constitución”, cuando el objetivo real es profundizar en la crítica feroz contra el gobierno, buscando su descrédito máximo y construir con la máxima celeridad posible el discurso trumpista patrio más rabioso.

Los adalides de la movilización son organizaciones extremistas poco conocidas, aunque crecientemente apoyadas y ruidosas, que pretenden hacerse notar en una macro concentración del odio tronando con vivas a España y abajo Sánchez, comunistas y separatistas. Harán todo lo posible para que se les una el PP y, de esa manera, alcanzar una concentración masiva con “lo mejor de España

De nuevo, España como la gran reivindicación, como el único motivo, como el principio y el fin de todo lo que merece la pena en este mundo. Las derechas duras españolas (falangismo más iglesia católica más tradición) no cambian nunca. Y aquellos que lo intentan, pongamos por caso a UCD, primero, y ahora Ciudadanos – en última agonía – se les rebana el cuello político. Son tan pasionales como perezosas y nada imaginativas. Como tienen a Dios y a la patria (o viceversa) de su parte, no necesitan nada más.

Ahora intentan una vez más tumbar al gobierno reventando, de entrada, las puertas de la Moncloa con la cabeza de carnero que heredaron del mismísimo Don Pelayo, ya que es la que con mayor rabia embiste contra los grandes forajidos de España, la izquierda marxista y atea y los catalanes y vascos separatistas. Es decir, la anti España.

Algunos de los voceros de los púlpitos de privilegio en la prensa entregada a la misma causa de salvar España, los más cautelosos, esos que aún creen que hay que nadar y guardar la ropa, indican a Génova que quizás atacar al enemigo Pedro Sánchez a golpe de esencialismo visceral no sea lo más indicado para ganar alcaldías, diputaciones y hasta Comunidades Autónomas. Pues a estos no se les vota normalmente por motivaciones tan elevadas, casi sagradas, sino por el simple interés de que nos tengan bien limpia la calle y no se pasen con los impuestos.

 

«La Iglesia católica en España está preparándose».

 

Es imaginable la desazón que debe tener el señor Feijóo con tamaño tararí de cornetas y banderas al viento. Él, un político de mayorías absolutas reiteradas y obtenidas todas con la bandera de Galicia por delante, es un manifiesto inexperto en la lidia con las briosas escuadras de azules y los procesionarios de morado e incensario. Claro que debe tener buena información del trabajo inmenso que viene haciendo la Iglesia católica en múltiples direcciones, con el único objetivo de volver a ser pronto importante y decisiva en España.

Aunque no se note demasiado (el pato en el estanque parece siempre sereno porque no vemos el torbellino de sus patas), está muy movilizada “contra el gobierno y la deriva de España”. Es poco perceptible para la mayoría, pero los principales y más influyentes think tanks, así como los grupos más activos y agresivos contra “la anti España”, proceden de diferentes núcleos de la iglesia. No deberíamos guiarnos por el número de personas que asisten a las misas y otros actos litúrgicos como bodas, bautizos, entierros, sino observando, por ejemplo, el número de universidades católicas que se vienen abriendo en España en las últimas dos décadas. No nos quedemos con la influencia, poca o mucha, de sus grandes y pequeños pero numerosos medios de comunicación, sino con el profundísimo trabajo que vienen haciendo para el control en redes sociales.

La Iglesia católica en España, o una parte de ella determinante, muy influyente y con poder, está preparándose, y ya dispuesta, para acometer parecida presión pública a la que los evangélicos vienen realizando en América Latina precisamente contra ella. Allí desplazan a los católicos del poder y les ganan en los púlpitos y en las urnas. Pero el terreno que pierden al otro lado del charco lo intentan compensar creciendo en Europa, utilizando con creciente eficacia las posibilidades enormes que abren las nuevas redes sociales. Les queda, eso sí, un escollo, el papa Francisco. Pero su desaparición es cuestión de tiempo, de poco tiempo.

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