
El pobre, históricamente, siempre ha sido un problema; un estorbo, una lacra. Preterido en todas las civilizaciones, esclavo o sojuzgado por el patrón o las autoridades: un apestado social eterno. Hoy, continúa siendo igual. Las llamadas pomposamente sociedades del bienestar no han podido erradicar su estigma secular, aunque hayan ayudado Seguir leyendo