La larga marcha de los impuestos

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Una fortuna fuera de este mundo”, califica el diario El País el patrimonio de 200.000 millones de dólares de Jeff Bezos, el hombre de Amazon, que cede el cetro del poder del megapulpo de la paquetería a los 57 años para dedicarse a promocionar viajes inolvidables en el espacio. Pero su fortuna no es la única. El mundo acumula decenas de miles de Cresos contemporáneos. Nunca hubo tantos ricos en la tierra que acumularan tanto de tanto, mientras que los pobres (ahora los llamamos desigualdad, de nuevo la palabra quebrando la sustancia misma del objeto que designa) crecen y se amontonan, sin que seamos capaces de dar un número aproximado de ellos, como sí nos atrevemos a hacer con los ricos. Por ejemplo, la consultora Capgemini avanza que en España son 236.100 y aumentó su número en el año de la pandemia.

Lo curioso, sin embargo, es que los políticos, empresarios, consultores, gurús e influencers que persisten en la prédica de que la rebaja de impuestos favorece el crecimiento y genera más empleo mantienen su tirón y aceptación pública, sin que sus contradictores sean capaces siquiera de ponerles en apuros políticos, intelectuales o técnicos. El mundo, que mayoritariamente lideran los primeros, crece a espadazos contra los impuestos y los derechos sociales y parece importarle poco o nada la derrota de la democracia liberal, la socialdemocracia y las clases medias.

Aunque no siempre crece el tallo gracias al riego dorado del sol, también la noche, con su humedad y misterio, interviene haciéndolo verde y flexible. Algo así parece haber sucedido con la sorprendente y veloz decisión de poner de acuerdo a la mitad de los países del mundo para reformar el sistema fiscal internacional que incluye un tipo mínimo de impuesto de sociedades no inferior al 15% a nivel global. Ahora, a los países ricos del G-19, se les suman los 130 que no lo son tanto, coordinados por la OCDE.

 

«Madrid engolosina a ricos de toda España».

 

La catástrofe económica, además de sanitaria y muy cruel, de la covid ha sido tan espectacular que los “países de la norma”, sus inspiradores institucionales y académicos comenzaban a alarmarse por el incremento de la deuda y la escalada de compromisos sociales de los que vienen haciéndose cargo los estados democráticos occidentales. Y es que los partidos que aún exigen a boca llena la bajada de impuestos continúan ganando elecciones. Sin embargo, de improviso, en el silencio de la noche, suena una voz universal, sin mayor trompa ni boato, que viene a decirnos lo contrario. De la crisis tras la pandemia y de la sima hacia la que arrastra la creciente desigualdad a gran parte de la humanidad, solo nos puede salvar una mayor solidaridad impositiva. El agua que cae en el desierto termina por aflorar en el oasis.

Uno de los últimos informes esclarecedores del mal que afecta a los europeos, recién publicado por el Parlamento Europeo, anota que 287.000 millones en beneficios empresariales salen cada año de la UE, lo que genera pérdidas fiscales de 50.000 millones. Alemania y Francia son los estados más perjudicados, en tanto que los “países paraísos” – Holanda, Irlanda y Luxemburgo – se quedan con la gran propina de las tecnológicas y otras “por su excelente trabajo”. Algo parecido a lo que viene sucediendo, salvando distancias y cuantías, con la Comunidad de Madrid; esta baja o anula impuestos como donaciones, sucesiones o patrimonio y renta con los que engolosina a ricos de toda España, mientras engatusa al resto con “las propinas de la declaración de la renta”.

Claro que estas buenas noticias no llegarán a cumplirse en su mayoría sin una larga, intensa y acertada fase informativa y pedagógica por parte de gobiernos e instituciones públicas y privadas convencidas de su necesidad. No servirán la propaganda y la demagogia momentánea que en ocasiones ayudan a salir de un escollo electoral. Los neocón han dedicado dos generaciones de esfuerzo para derrumbar el milagro del New Deal norteamericano y la muralla inexpugnable de la paz social europea. No menos tiempo será preciso para revertir la catástrofe de la desigualdad y silenciar la flauta de Hamelín que tanto hace sonar el aire de los totalitarios.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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