Objetivo: olvidar el bicho

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

El primer día hábil sin mascarilla obligatoria en la calle, salí con mi sanitaria reglamentaria como de costumbre. Me sorprendió ver a la gran mayoría de transeúntes boquitapados. Vaya, no nos fiamos, pensé. Pero no era una reflexión concluida. Seguía rumiando. ¿Y si sucede que no se ha informado lo suficiente de que terminó la obligatoriedad de llevarla? ¡Ca! La noticia lleva más de una semana abriendo telediarios. ¿Entonces? Son las personas mayores; vivo en un barrio de talludos. Pero no. Las chicas que entran y salen de Zara van protegidas. Y el repartidor de Amazon que me pregunta por un número, también.

Me llega una llamada de Barcelona. ¡Aquí la mayoría vamos a cara descubierta por las Ramblas! Algo está pasando, ¿quién puede entenderlo? Los días se suceden tozudos y, sí, el repunte balear, el culebreo eléctrico de la variante india, Levante que se da al baño y se lanza a la discoteca, la gente joven que pasa de todo. Todo ello es verdad, pero ¿justifica tanta mascarilla optativa en la calle?

El psicólogo amigo sostiene que estamos muy asustados; que lo pasado por encima de nuestras vidas ha sido (y continúa) siendo muy serio e importante. Permanecerá de mil maneras con nosotros durante bastante tiempo. ¿Cuánto? Quién sabe si tanto como el recuerdo espantado que tiene la mayoría de los que asistieron a una guerra. Así que al bicho y sus estragos no los olvidaremos con la facilidad con la que venimos borrando casi todo lo demás. ¿No? Más o menos.

 

«Ahora, los recuerdos se almacenan en Internet».

 

¿Así que vamos a recuperar memoria, o mejor mantener vivos en el recuerdo colectivo «los tiempos de la covid»? No lo creo.  Mi amigo tiene un pensamiento desfasado, antiguo. En la esfera de los grandes cambios habidos desde nuestros abuelos hasta aquí, uno de los más extraordinarios es la laminación que se viene produciendo de la memoria. Ahora, los recuerdos y la historia (la nuestra y de los demás y la que nos afecta a todos) se almacenan en Internet. En Wikipedia, por ejemplo. Y en la Nube. ¡Ay! Esa descomunal galaxia, tan concentrada como planeta de protones, de la que se ordeña todo lo que la Máquina cree que debemos conocer.

Porque, atención: si hacemos caso a uno de los científicos de moda, el norteamericano Karl Deisseroth, una especie de joven Nietzsche del laboratorio: “Los sentimientos, es decir, la rabia o el miedo; el bienestar o el amor, son respuestas a la información que recibimos”, tratarán de disolver el engrudo que nos ahoga a fuerza da cataplasmas, como tartas de nata, servidas por las redes, el espectáculo y los políticos. Puede.

 

«La tristeza colectiva la oculta la furia de los políticos».

 

Lo cierto es que puede ocurrir que en unos cuantos años no habrá protagonistas de la covid con un secreto que guardar y, menos aún, un deseo insuperable por cumplir. Si realizamos un somero repaso mental, observamos que morimos por millones y enfermamos por decenas de millones, pero no tenemos apenas recuerdos personales y colectivos de lutos y grandes funerales. El dolor que nos acompaña pertenece casi todo a nuestra intimidad, en tanto que la tristeza colectiva la oculta la incesante furia de los políticos.

Ahora se estaría tratando de encontrar la manera de dominar tanto dolor opresivo; porque los ansiolíticos, como la caricia del amor, solo pueden alcanzar la mitad del camino. Lo más probable es que traten de cegarnos algunos millones más de celdillas de la memoria. Al fin y al cabo, estamos en medio del vado de un cambio de era. Los dueños de la Máquina ya deben haber decidido que los efectos de la covid en nuestros recuerdos y emociones deben ir limándose hasta acabar pulidos y bruñidos como otras grandes estampas de la historia.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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