Hoy comienza en realidad el debate para la investidura del presidente del Gobierno

Acabó la fiesta propagandista que se dio Feijóo durante un mes largo a propósito de su investidura, proclamada fallida desde que el Rey -sí, un resbalón- le señaló candidato a la presidencia del Gobierno. Más de un mes de largo paseíllo político con el único objetivo real -no confesado al principio y proclamado al final- de ganar consistencia dentro de su propio partido en el que tantos ojos miran a Díaz Ayuso.

Ahora comienza el otoño político en serio. Parafraseando al presidente del PP, casi todo lo visto y oído las pasadas semanas ha tenido un cierto parecido con “El Club de la Comedia”. De nuevo, tendremos a Pedro Sánchez como protagonista máximo. Todos contra él menos en su propio partido (curiosamente, la exposición crítica y hasta circense de Felipe y Guerra le ha blindado con nueva coraza en Ferraz, en tanto sus figuras, representadas en fotos y pósteres y antes colgadas en las paredes de las casas del pueblo socialistas, se amontonan en armarios y sótanos). También acompañan millones de españoles que ven en el candidato socialista algo distinto a otros líderes políticos de izquierda y derecha que hemos conocido.

Comienza la temporada de investidura como ocurre desde que Sánchez tumbó a Rajoy en moción de censura: con una batalla entre dos ejércitos políticos que van a por todas. La derecha, junto a la extrema derecha, por un lado; Sumar y nacionalistas catalanes y vascos, enfrentados como casi siempre, por otro.

En sus prolegómenos, todo se mantiene bajo una negociación tan ultrasecreta y sin filtraciones (solo interpretaciones y falsas gargantas profundas) que no son pocos los que piensan que ni siquiera ha comenzado en serio.

 

Tres consideraciones previas a entrar en el núcleo de la cuestión:

1.- Feijóo anuncia por boca de mil gansos que ha culminado la consolidación de su liderazgo dentro del PP. O sea, que no se seguirá hurgando en otras alternativas políticas.

2.- Junts y ERC se abren de capa en el paseíllo previo al debate de investidura de Pedro Sánchez exigiendo para darle sus votos, amnistía para los condenados del procès y referéndum de autodeterminación para Cataluña. La etapa de llibertat, amnistia, estatut d’autonomia, al parecer, quedó claramente superada hace tiempo.

3.- El PSOE habla de buscar la concordia con el catalanismo separatista (también se llama amnistía) y el referéndum de autodeterminación queda totalmente descartado pues está fuera de la Constitución.

 

«Los nacionalistas están jugando una partida de farol».

 

Estamos, entonces, inmersos en una nueva e inmensa -otra más- zaragata política otoñal que puede incluso llevar a nuestros políticos a olvidarse de que representan a los españoles y están obligados a dirigir y  gestionar la cosa pública en provecho de todos.

Los tres grandes bloques en contienda exhiben poderes propios, legitimidad y determinación para ejercerlos y hasta imponerlos. Pero no está ni mucho menos claro. El PP, por ejemplo, suma en su haber junto a 137 escaños, los 33 diputados de Vox y el voto que le prestó de Coalición Canaria (CC). Así que Feijóo es igual a 172 escaños de poder y maza. Un cálculo ficticio, de laboratorio político. En realidad, en lo que el PP trabaja es en cómo fagocitar esos escaños, o gran parte, como ya hizo con Ciudadanos y, de paso, frenar en seco a Díaz Ayuso, su gran adversaria interna que ya se había adelantado disfrutando de esa merienda.

Los nacionalistas están jugando una partida de farol que se nota a la legua. Si jugaran de veras a esa carta de intransigencia que ahora exhiben, iríamos a unas nuevas elecciones en las que podría perder la mayoría de las bazas que tienen a su alcance en este momento.  Además, hasta Cataluña podría llegar de nuevo el macho pilón de Madrid buscando triturar sus cabezas. Pere Aragonès no tendría presupuestos y, con seguridad, menos diputados y senadores.  Algo parecido le ocurriría a Junts. ¿En qué parte del mundo encontrarían cobijo en esta ocasión? Solo les atenderían nacionalistas que deambulan en el derrumbe de sus esperanzas y la clandestinidad y, claro, las Rusias siempre al acecho.

 

«Sánchez tiene elementos a su favor».

 

La piedra más grande a elevar, sin embargo -¿Sísifo de nuevo?- está anclada ya en la espalda de Pedro Sánchez. Tiene elementos a su favor. Ha conseguido, con la ayuda de otras fuerzas parlamentarias, aislar al PP, amarrado a Vox por toda la legislatura como único aliado, porque Coalición Canaria hace a vela y a vapor como se sabe desde siempre. Feijóo puede que haya salido más líder del PP tras el debate, pero también más enemistado que nunca con la mayoría de las fuerzas parlamentarias.

Pedro Sánchez se ha comprometido, públicamente al menos, a pactar medidas de gracia con el nacionalismo que lleven a la concordia, buscando superar una dolorosa etapa de confrontación territorial. La palabra amnistía no ha salido de su boca y el referéndum ha sido rechazado públicamente por el PSOE y PSC de manera rotunda. No llegar a un acuerdo con el PSOE y PSC conduce casi inexorablemente a la convocatoria de nuevas elecciones en invierno de resultado incierto y, sin duda, una nueva oportunidad para la derecha y extrema derecha. ¿Les viene a cuenta? No parece.

En contra tendría una rabiosa oposición de PP y Vox en el Parlamento; y fuera, de los que dicen representar a la España eterna (también la rancia) en instituciones del Estado: parte del gran empresariado, la jerarquía católica y decenas de miles de brutos a su orden que se lanzarán contra el nuevo gobierno con una contundencia incluso superior a la que empleó Aznar contra Felipe González tras las elecciones de 1993 que perdió. Barro y fuego. Inestabilidad política máxima que, con seguridad, forzaría algunas costuras críticas del Estado.

Hoy comienza en realidad el trámite institucional y político para la investidura del presidente del Gobierno de España.

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