Los modositos

A Feijóo y Moreno Bonilla los están poniendo de moda. Parece increíble pero los políticos más modositos de la derecha española crecen. Después de cuatro años de furia, una pandemia colosal y mundial, una excepcional crisis y, como colofón, una guerra en Europa, resulta que la solución puede venir de la mano de los modositos. ¿Quién lo entiende? Los creadores del asunto (cuento o relato) sostienen que la gente está harta de vivir en medio de conflictos permanentes; la mayoría de los españoles está asustada, en tanto tenemos un gobierno incompetente atado de pies y manos por comunistas, separatistas y terroristas. Necesitamos respirar. Están seguros de que su discurso cala y crecerá por millones el número de personas que lo harán suyo, pues la tranquilidad y la normalidad es el sello de la gente moderada y sensata como Feijóo y Moreno Bonilla.

Este discurso se lanza precisamente cuando el Gobierno acude a sofocar el enésimo incendio que crea en Europa y España, claro, la guerra que se libra en Ucrania. Los problemas que habían aparecido en el último trimestre del pasado año: fuerte subida de la energía, inflación galopante (consumo, hipotecas) y desaceleración económica, viene a multiplicarlos la guerra. La hierba esperanzada que vino creciendo durante el año pasado es ocultada de repente por el humo de los misiles rusos. Todo parece derrumbarse de nuevo. En esa urgencia se andaba cuando, inopinadamente, el separatismo catalán truena de nuevo. “Nos espían”, “El Gobierno nos espía”, “España nos espía”.

Demasiadas cuerdas para un violín llamado Pedro Sánchez. Porque, además de lo anotado, soporta el desquicie político y mediático del cuarteado movimiento podemita en el Gobierno y apoyo parlamentario imprescindible que ha comprado la mercancía, con todos sus avíos y envoltorios, al catalán arrebatado. Todo es muy duro para el Gobierno, pero “esta deslealtad (¿solo eso?) es indigerible”, pues no existe de facto una coalición de gobierno PSOE-UP, sino que el presidente tiene dentro de su gabinete a la mismísima oposición a la que implora apoyo parlamentario como hace con ERC y otros. Así que acertaba cuando dijo que “no dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno”.

 

«Los socialistas están en su peor momento de la legislatura».

 

El Gobierno continúa desconcertado pero, con el paso de los días, menos que el PSOE, sus simpatizantes y votantes. El tsunami mediático bien cocinado da por seguro que los socialistas están en su peor momento de la legislatura; que el adelanto electoral de generales, incluso este año, es posible; que la derecha del recién aupado a la presidencia del PP avanza y en Andalucía roza la mayoría absoluta. Así que se impone el mantra de que el Gobierno está colapsando, se ve superado cuando aún Feijóo ni siquiera se ha sentado en el sillón del despacho dispuesto para él en Génova 13, y sigue el trámite para hacerse con un escaño en el Senado donde dará la contra al presidente del Gobierno. Estamos, una vez más, ante la escenificación de un arreón político, es decir, la falacia de un deseo.

Pero el Gobierno ha comenzado a salir de su modorra o atolondramiento de semanas. La primera señal se dio cuando decidió hacer público que el presidente y la ministra de Defensa habían sido espiados por Pegasus. Un movimiento controvertido y arriesgado, pero llegó a atemperar la velocidad de la riada; los zapadores del Gobierno impidieron que el alud de cieno inundara la Moncloa. En la misma línea de despegue ha de verse la aparición constante de la vicepresidenta Calviño: “El año que viene la inflación será del 2%” (…) “La ejecución de los fondos europeos es impresionante”. Y, en los próximos días y semanas, medio gobierno recorrerá numerosas localidades del país “vendiendo optimismo y realidades concretas”.

Este despegue se apreciará, además, coincidiendo con la campaña electoral andaluza. El PSOE y el Gobierno se emplearán a fondo. Tienen un buen candidato en Juan Espadas, pero es desconocido y llega tarde. Lo van a apoyar de manera “incluso excesiva”, afirman en Ferraz. Son muy conscientes de que, si tropiezan en Andalucía, la cosa se pondrá seria de verdad para el partido de la rosa. Entonces sí que habrá triunfado el relato hecho a medida para los modositos.

 

«Los separatistas han vuelto a sembrar la duda sobre el Gobierno».

 

Le quedan numerosos escollos que sortear, citas a las que acudir y salir reforzado como la presidencia de la Unión Europea en julio de 2023.  Aunque en este momento tiene mil urgencias por resolver. La primera es perimetrar y luego sofocar el nuevo incendio catalán tan nominalista y falseado, como casi todo lo que viene del Palau de la Generalitat, pero como es costumbre en los gobiernos de Madrid, no responden con la rapidez, inteligencia y tino necesarios. Aquel eslogan de “España nos roba” rodó por nuestro país y medio mundo durante años hasta que llegó Borrell para desmontarlo con datos precisos y reales. Pero el daño estaba hecho.

Ahora no debería ocurrir igual pero, como entonces, las explicaciones se demoran. El Gobierno y la España democrática en su conjunto deben trasladar con urgencia a la opinión pública que nuestras leyes permiten que pueda ser vigilado, seguido y aun espiado cualquier ciudadano sobre el que el servicio secreto o las fuerzas de seguridad del Estado tengan fundadas sospechas de comisión de delito y obtengan la aprobación del juez correspondiente. Y que estas pesquisas no tiene por qué conocerlas el presidente del Gobierno. El separatismo catalán ha cometido graves delitos sancionados por el Tribunal Supremo y otros órganos judiciales, pero en ningún momento ha manifestado, sino muy al contrario, que haya dejado de perseguir la independencia de Cataluña rompiendo España. ¿Es tan raro sospechar, probar y comprobar, que persisten en esa determinación incluso arroyando para ello las leyes y la propia Constitución de nuevo?

Pero han vuelto a sembrar la duda sobre el Gobierno del país: “España nos espía”. Entre tanto, los modositos a lo suyo. La ferocidad política y el obstruccionismo definitivo (¿alguien se acuerda de Pablo Casado?) es ahora cosa de socialistas, podemitas y separatistas. Ellos nunca romperán un plato.

A ver cómo se las arreglan con Ayuso, ella sigue en su libertad.

Fotografía
Fuente: Unsplash

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