Espían al presidente Pedro Sánchez y a su ministra de Defensa, Margarita Robles, pero de entrada, PP, nacionalistas catalanes y bastantes más desconfían o simplemente declaran no creerlo. Pero es cierto. Unos hechos muy graves que perturban (¿arruinan?) las expectativas políticas confiadas al caso. La reunión para el próximo jueves o viernes de la Comisión de Secretos Oficiales en el Congreso de los Diputados prometía convertirse en un festival contra Sánchez. Uno más, ¡pues qué increíblemente dura es la piel de César! Ahora, unos y otros tendrán que repensar la manera de entrar al ataque. Un fastidio.
El nacionalismo separatista catalán había salido en tromba contra el Gobierno al conocerse un informe de la organización canadiense Citizen Lab que daba por acreditada la realización de espionaje a más de un centenar de separatistas catalanes y algunos vascos en los años 2020 y 2021. El medio utilizado había sido un sofisticado artefacto tecnológico de fabricación israelí llamado Pegasus. Señalaron al Gobierno como responsable de haber autorizado al CNI y hasta a las mismas Fuerzas de Seguridad del Estado la realización de un espionaje ilegal. Al Gobierno le temblaron las piernas. Durante varios días anduvo sin poder reaccionar con claridad y menos aún con firmeza: parecía grogui. Una pájara le había alcanzado, dijo el periodista. Ayer, por boca del ministro de la Presidencia, pudimos conocer indirectamente la razón de su extravío. No le cuadraba la veracidad de las acusaciones con la información de la que disponía. El CNI no había a espiado con orden judicial ni a tantos ni en el tiempo que denunciaban los separatistas y coreaban podemitas teatralmente muy indignados.
«La decepción de quienes acuchillaban al presidente es enorme».
¿Qué estaba pasando? La pregunta debió martillear durante días al Ejecutivo. Inteligencia hizo sus deberes a mayor velocidad que nunca hasta descubrir el enigma. Confirmó que sí: había habido espionaje de Pegasus, pero también sobre el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa. El alcance del delito se continúa investigando, ¿quedarán por conocer aún noticias de mayor calado e impacto?
Hemos regresado al cajón de salida. La decepción de quienes se aprestaban a acuchillar simbólicamente al presidente para salvar a su desmoralizada tropa de sedicentes que intentó romper el país, y la derecha que siempre acompaña a todo aquel que deteriore al Gobierno, es enorme. Así que negarán los hechos hasta que llegue otro acontecimiento igualmente contundente a tomar el relevo. Porque, de entrada, nadie se ha escandalizado de que se haya espiado al presidente del Gobierno y a su ministra de Defensa. Al contrario, la decepción es enorme dado que se diluyen las sospechas que tenían sobre su persona.
Con la rapidez del rayo y la opacidad del humo más denso, pronto (¿quién dice pronto? ¡Ya!) se endosará sin meditar y sin mayores pruebas del delito denunciado por el Gobierno a otro u otros con la decidida intención de que la responsabilidad última vuelva a recaer en última instancia sobre “el sátrapa de la Moncloa”. Da la impresión de que debemos prepararnos con urgencia para digerir que el Gobierno dispone de unos servicios de telecomunicación calamitosos: el agujero de información sensible más negro y enorme de Europa. Sobre Pegasus tenemos noticias de que ha penetrado en algunos de los teléfonos más protegidos del mundo, pero ello no aminorará en nada el irresponsable regalo que hemos ofrecido al malo por la impericia del Gobierno.
«Destacan en este paisaje inquietante dos mujeres que van a por todo».
Así que, durante unos días que serán largos, el caso nos hará olvidar que la economía mundial puede estar en el camino de una tormenta perfecta, ya que “los riesgos de una recesión mundial aumentan cada día que pasa”, según escribe en El País Kenneth Rogoff, prestigioso ex economista jefe del FMI. Europa en guerra creciente – con EEUU atizando – y China casi parada: todo indica que no va a descampar en verano, sino puede que suceda lo contrario.
Entretanto llega el sol con su ocio de la mano, nos entretendremos con los recitales patrióticos de Olona en la campaña andaluza y las travesuras de esas pandillas en las que quiere convertir Ayuso al PP. Los diferentes frentes de la derecha política se mueven en caminatas sin respiro: hiperventilan. Enterrar definitivamente el feudo socialista andaluz (Socialismo free) sería el anticipo de su próxima victoria en España. Ocurre, no obstante, que destacan en este paisaje inquietante dos mujeres que van a por todo: Ayuso y Olona. Una podría estar tentada de ayudar a que trastabille Feijóo; y la segunda, a quedarse con la marca Vox, un movimiento político más que un partido casi sin líder.