La alocada huida hacia delante de Pablo Casado

El empecinado tiempo de bloqueo de la política española tuvo la semana que acaba de pasar un momento culmen y chusco al tiempo. Se dio la rareza de contemplar cómo el cazador era cazado en su propia trampa. El PP enterró con sigilo un cepo lobero en la sala de plenos del Congreso de los Diputados, con la intención de que cayera en él de “una puta vez” Pedro Sánchez; pero resultó que, ¡ay!, pisó primero la trampa asesina uno de sus inconscientes y alelados fámulos (que ahora llaman fontaneros) y, con él y sus consecuencias, quedan al descubierto Pablo Casado y todo el PP.

Rápidos de reflejos, no obstante, acusan de ser responsable de la villanía al de siempre, o sea, a Pedro Sánchez. Pero no tardaron en vérseles los dodós marrones del tremendo susto. De nuevo, la habían cagado al llevar al extremo la caza de un enemigo que tenía que ser simplemente adversario. Habían descuidado la debida protección en su ofensiva más arriesgada ante la seguridad de que el enemigo esta vez sí hincaría la rodilla.

La derecha popular, presidida por Pablo Casado (este hombre ya ha visto en los entrenamientos al número 10 que le va a sustituir), ha pretendido dar una nueva vuelta de tuerca al bloqueo político que somete al gobierno de coalición. Quiere derribarlo a toda costa, de manera acelerada, sin miramientos: cuanto antes. Sánchez – así se llama el Belcebú que lancea de palabra a diario – ha de caer antes de las elecciones generales previstas para invierno del 23/24. Desconfía de todos, incluso de él mismo. Forzó las elecciones anticipadas en Castilla y León con la ambición de que el helio de la victoria popular lo remontara y pudiera mantener en el banquillo de postulantes a ese 10 que sabe que está a su acecho.

Las cosas en las Castillas, sin embargo, no parecen caminar del todo bien. Los mañuecos han solicitado con urgencia la presencia activa e intensiva de esa joven tan prometedora, aun en la suplencia, a fin de detener la voracidad electoral de Vox que les rasca más allá de los muslos y alcanza al primer vientre. Por ello, un revolcón tan sonoro de Sánchez al perder la votación de la ley de reforma laboral, le hubiera puesto de nuevo en casa, o mucho más allá: en el promontorio donde ancla el castillo palentino de Monzón desde el que se divisa todo el mundo mundial. Pero el fámulo inconsciente la cagó y…

 

«Un trago enorme el que digieren Pablo Casado y su partido».

 

A Pablo Casado, en los últimos tiempos, ni siquiera le salen bien las maldades rutinarias que le preparan en Génova 13 y que siempre dieron notables resultados al PP: tragarse a los partidos que recogían votos en los mismos prados que ellos. En este desempeño los populares habían logrado obtener una buena cosecha a lo largo de los años, empezando por la comilona que se dio Manuel Fraga al engullir para AP – la matriz del PP – casi todas las asociaciones políticas que crea, muy a su pesar, Arias Navarro, y más tarde, el atracón que supuso merendarse a la hundida UCD. Luego, vendrían muchos más boccato di cardinale como, por ejemplo, aquel zumo que se hicieron con el naranjito, Vicente González Lizondo, líder de Unió Valenciana.

Pero con el toro de Vox no puede. O es demasiado toro (ganadería sin hierro de antes de la penúltima glaciación) o él no es todo un Joselito para embarcarlo en la muleta con arrojo y mando. Se lo come. Le hace refugiarse en burladeros con una frecuencia próxima a la vergüenza. Y su cuadrilla de ayuda, ya se sabe, es del todo inútil.

Sí, un trago enorme el que digieren estos últimos días Pablo Casado y su partido, aunque traten de disimularlo al provocar un ruido mayor del habitual. Han fracasado al pretender golpear al Gobierno auspiciando el voto tránsfuga de dos diputados de UPN, el partido conservador de Navarra que nunca han podido devorar y que, con esta acción, colocan en una situación muy delicada y en crisis.

En el caso de que Mañueco no logre mantener la presidencia – incluso al precio que sea – de la Junta de Castilla y León, lo más probable es que a Pablo Casado le ocurra algo parecido. La chica 10 se hará cargo de sus errores y los llevará a la lavandería.

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