Al conocerse que la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, sería recibida en audiencia por el Papa Francisco el pasado viernes, la memoria nos condujo a no pocos a una rotunda frase (quizás un grito) que Pablo Iglesias pronunciara en un Vistalegre, eufórico tras los formidables resultados de Podemos en las elecciones europeas de 2014. “El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto”.
La osadía mitinera dio mucho que hablar. La derecha, luego, la repitió, tuneó y hasta customizó a tal extremo que llegó a meter un miedo casi insoportable más allá de los suyos: “¡Vuelven los comunistas!”. Pablo Iglesias, mientras tanto, disfrutaba y arreaba a su vez hasta convencer, de nuevo, a un número importante de electores de que el PP y el PSOE eran la misma mierda, el bipartidismo que se puso de acuerdo para hacer una transición política fullera que dejó a los franquistas intactos y con sus fortunas.
Obtuvo más de 70 escaños y se acercó a los socialistas como nunca, ya que estos bajaron hasta 85 escaños. Pero hasta ahí llegó su crecida. Desde entonces, todo fue conflicto permanente, declive electoral y errores políticos hasta que el líder Iglesias se retira el pasado mes de mayo de la política institucional. Se fue sin haber podido tomar el cielo; no consiguió fuerzas suficientes que le acompañaran en el asalto: le faltaron unos millones de votos y el cielo se amuralló bien.
Yolanda Díaz, la dirigente izquierdista que Pablo Iglesias designó como sucesora, no se olvidó de la gran promesa y ahora persigue la hazaña de conquistar el cielo por otros medios. Ha preferido vadear el enorme río que lleva hasta el océano de la gloria de manera muy diferente a como intentara su antecesor, con mesura, sonrisa permanente, las palabras adecuadas, buen ajuar gallego y los mejores sentimientos. Y el encuentro con el embajador del cielo en la Tierra, el jesuita Bergoglio, resultó ser “emocionante”.
«La derecha española está rabiosa».
Así que la toma del cielo, un objetivo programático, se hará de buenas maneras, “escuchando”. La euforia de sus seguidores es enorme. Aunque no de todos. Los hay muy sesudos y expertos que piensan que Díaz ha sido una osada ingenua al dar este paso, que con el Vaticano nadie, “salvo la derecha y mil malhechores”, consigue nada, porque con el dogma es imposible el diálogo.
Pero ella ha llegado al Vaticano sin mantilla, no vaya a ser que la confundieran con una reina o la mismísima Ana Botella, porque del poemario escogido de Rosalía de Castro que llevaba de regalo al pontífice no se supo hasta después del encuentro. Ha ganado una gran batalla de imagen (ya se sabe, ahora se trata de salir en medios y redes más que los adversarios) y, sobre todo, ha superado a Pablo Iglesias. Porque tiene razón José Antonio Zarzalejos cuando despieza la personalidad de uno y otra y escribe que el primero “cuando habla, golpea” y la segunda “en cambio, acaricia”; cuando “él decide, ejecuta”, mientras que “ella consigue”.
La derecha española está rabiosa. “También el Papa Francisco es un comunista”, denuncian. Ahora, son comunistas todos los que combaten el cambio climático, comparten ideas feministas y son recibidos por esta Papa. Ellos más que nadie deberían entender, sin embargo, que el Vaticano puede equivocarse, pero no da puntada sin hilo. Bergoglio ha reiniciado su ofensiva contra la desigualdad, la inmigración y la pobreza en el mundo, cuestión que le enfrenta aún más a las diversas derechas católicas que le critican e insultan abiertamente. Está perdiendo su apoyo y millones de feligreses por esa avería. Pero no llegó a la silla de San Pedro para mantener y mimar la eterna beatería romana, sino para impedir que se le fueran millones de católicos a otras iglesias y otros tantos más que desisten por no entender a una iglesia tan carca.
«La Moncloa calla y los socialistas se inquietan».
En esa tarea está a tiempo completo hasta que lo enmienden, descarrile o muera. Encuentros como el mantenido con la política española le ayudan en esta tarea y, de paso, da un remoquete a los agresivos movimientos católicos radicales y extremos de España que tanto le molestan. Y a ella le viene de maravilla este encuentro en el cielo en un tiempo en el que aún se mantiene “en escucha”.
La Moncloa calla y los socialistas se inquietan. La batalla dentro de la izquierda entre PSOE y UP, que tanto sobresalto produjo cuando Pablo Iglesias estuvo a su frente, nunca desapareció; y en el próximo año con elecciones parciales a la vista, se intensificará. Pero adoptará otras formas y maneras. Porque, como todo el mundo sobreentiende, “tomar el cielo” para podemitas y asociados es la manera poética y hasta épica de afirmar “voy a tener más escaños que el PSOE en el Congreso de los Diputados”. De eso hablamos. En ese empeño anda Yolanda Díaz. No ha desistido de la toma del cielo, pero a diferencia de Pablo Iglesias, ha entendido mejor que eso tiene sus trámites.