Tras su aplastante victoria en las elecciones autonómicas de Madrid, la notoriedad de Díaz Ayuso no deja de crecer, así como su nivel de implicación, directa y polémica, en el debate político nacional. ¿Estamos ya ante un hallazgo político de creciente y largo recorrido? ¿Es solo una moda o la sorpresa, colorista y llamativa, que destaca en nuestro mundo político bronco, gris y descorazonador, o algo más? ¿Estaremos ante la expresión última de una derecha española disruptiva que sorprende y llama la atención más allá de su predio ideológico?
No lo sabemos. Lo único cierto es que no deja de concitar atención popular, gana espacio en el enorme abanico de la derecha – de Vox al PP – irrita en Génova y la periferia popular, y desconcierta al establishment político nacional. Unos ven en ella algo parecido a una esperanza y, otros, solo una nueva desgracia política.
¿Tiene esta mujer un plan? Parece que no. De momento, solo se advierte un boceto político que recuerda a la irrupción del primer Aznar a finales de los ochenta del pasado siglo: enseña el látigo para atraer a aquellos que tanto lo desean y asusta a los más templados. Tiene una gran ambición y la clara determinación de continuar escalando y creciendo.
«Ayuso es un portento generando conflictos».
Ha tenido la enorme suerte (nunca esperó tamaño éxito y menos en tan corto espacio de tiempo) de acertar exhibiendo desdén y repulsa hacia el contrario que ella misma eligió desde el primer momento: Pedro Sánchez. El presidente socialista, que no se despega de su boca crítica, es atacado con maneras insólitas y hasta desconocidas en política, que van de lo naif a lo patoso, y siempre con una gotita de veneno político.
Es la reina del meme y la auténtica acaparadora del rédito que paga el votante de derechas por alancear a esa bestia negra socialista llamada Pedro Sánchez. En este tiempo de desconcierto, irritación y hasta furia ciudadana, es la única figura política no dañada y en crecimiento.
En el pasional e inquietante debate sobre los indultos a los 9 del procés en el que todos – derecha, izquierda, independentistas, empresarios, intelectuales, prensa y hasta jueces e Iglesia católica – se implican, ella va más allá: lanza al rey a la pira del debate y pide al tiempo socorro para sacarlo de las llamas. Un portento generando conflictos a propios y contrarios, en los que todos salen trasquilados salvo ella. Y el primer damnificado, a pesar de que se insista tanto en las heridas que le produce a Sánchez, viene siendo su “amigo del alma” el presidente del PP, Pablo Casado.
«Ayuso toma la delantera al sembrar un discurso de derechas novedoso».
Esta señora y su equipo de pretorianos creen advertir que se puede aspirar a todo el poder, el del PP y el de la Moncloa, al mismo tiempo, utilizando casi el mismo discurso. Se perfila como indiscutible candidata a la presidencia del PP, aprovechando la debilidad y el desconcierto de Casado, y crece en méritos como la más genuina clara opositora de su enemigo político socialista ahora en La Moncloa.
Es verdad que están los líderes populares de Galicia, Andalucía y varios más que cada día que pase le irán haciendo mayor frente. Pero ella ha tomado la delantera al sembrar y cantar un discurso de derechas novedoso y hasta ahora ganador. El PP clásico está por reinventarse. ¿Qué novedades espectaculares se esperan de Feijóo o Mañueco, por ejemplo? Trajo al rey Felipe VI hasta el barrizal de los insultos. Todos, también los suyos, rechazaron sus palabras. Ella no solo no rectificó, sino que en el día de su toma de posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid, todos le hicieron corro de honor y pleitesía.
Seguiremos hablando con toda seguridad de Díaz Ayuso. Estos días son para el debate a favor y en contra de los indultos a la crema del procés, la buena nueva de los fondos europeos que ya se han aprobado, la salida de la pandemia y el contundente crecimiento económico que llega. Pero Díaz Ayuso no dejará de estar presente.