![Paula Nevado](https://www.pepenevado.es/wp-content/uploads/2018/12/POL.PN-12.jpg)
Los resultados de las autonómicas andaluzas traen grandes consecuencias políticas – y muchas más que veremos con el paso del tiempo -, no solo para el partido del gobierno de esta Comunidad Autónoma, sino para toda España. De momento se han evidenciado tres: la previsible salida del gobierno de la Junta de Andalucía de los socialistas después de casi cuatro décadas; la irrupción de la extrema derecha, que entra en el parlamento regional andaluz con fuerza y anuncia su presencia en toda España, y una llamada a la reconsideración con toda urgencia de la cuestión catalana.
Solo unos párrafos para comentar algunos extremos de esta última cuestión:
Pedro Sánchez llegó a La Moncloa con el compromiso de abrir una etapa de diálogo con los catalanes separatistas como alternativa más eficaz y razonable al enfrentamiento puro y duro (155) entre Mariano Rajoy y Puigdemont. Y en ello se empeña con su gobierno desde el pasado mes de junio. Los resultados son magros: menor crispación, sí, pero casi nulos avances. Los ministros y otros altos cargos del gobierno hablan y conciertan con las autoridades catalanas, pero Torra y el vigilante en Waterloo se mantienen instalados en su programa máximo: referéndum de independencia sí o sí.
Esta política de distensión (desinflamación) la acaba de definir el ministro Borrell como “política ibuprofeno”, que alivia pero que resuelve bien poco. La frase – más allá del dardo que lanza a Moncloa – sin embargo, sí parece definir gráficamente lo que viene sucediendo hasta el momento y que tan malas consecuencias electorales ha traído para los socialistas: paso de tortuga en el encauzamiento del conflicto y rapidísima hoguera de votos en la izquierda.
El junco y el roble
Así que la decisión, también velocísima, de ese otro hombre twitter que es Pedro Sánchez, es acelerar el proceso de diálogo de tal manera que la Generalitat afloje, o no, pero que se decida pronto. De ahí viene citar a Torra para que se siente con él antes de fin de año, y también la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona el próximo día 21 de diciembre entre aparatosas medidas de seguridad (miles de agentes desplegados) y enorme fanfarria en redes y medios de comunicación.
Pedro Sánchez quiere proyectar en la misma instantánea la imagen del junco y el roble. Mano tendida al diálogo y demostración de fuerza del Estado que lleva el Consejo de Ministros hasta Barcelona para hacer patente a toda España y Europa la inequívoca españolidad de una ciudad tan metida en la tripa histórica de nuestro país como Sevilla, Bilbao o Valladolid.