El congreso ya se había celebrado

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

El 40º Congreso del PSOE, celebrado en la ciudad de Valencia el pasado fin de semana, ya había sucedido antes. Lo que hemos visto por televisión, leído y oído por tantos medios era solo una representación, la puesta en escena de un abrazo, de miles de abrazos. Por la efusión exhibida, por la alegría que mostraban las cámaras de televisión y los apuntes festeros de numerosos periodistas, se puede llegar a la conclusión malvada de que los socialistas lo han pasado rematadamente mal los últimos años, a pesar de sus victorias.

Las heridas producidas en las guerras fratricidas declaradas en serio en el momento en el que Pedro Sánchez no quiso ser un títere en manos de Susana Díaz debieron de producir destrozos personales y políticos enormes. Tantos que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, solo se decidió a hurgar – con la intención de sanar – en esa enorme herida cuando se encontró lo suficientemente fuerte y seguro para que, a pesar de lo ocurrido, nadie (o casi nadie) le diera la espalda o dijera no.

En realidad, el reencuentro de los socialistas comenzó a fraguarse en serio meses antes de la última crisis de gobierno. Cuando Sánchez hizo pública la lista de altas y bajas de ministros, tenía muy avanzado el folleto de la obra. Ahora entendemos por qué salió Ábalos, por ejemplo. No estaba por el abrazo generalizado. Y es entendible, había sido el general del Pedro Sánchez que más cabezas políticas había sajado en la cruenta diatriba política entre socialistas. Como también Susana Díaz que, como Marco Antonio, agotó el tiempo hasta sucumbir en unas primarias. Para qué hablar de Iván Redondo, el hombre del presidente que había negado al PSOE sus pompas y sus obras.

 

«El PSOE desde hoy entra en una larga campaña electoral».

 

Los socialistas salen del Congreso de Valencia más fuertes porque, además de Sánchez, recuperan a su partido, una vetusta máquina política y emocional aún muy poderosa. Saben que en las próximas elecciones municipales (también en las autonómicas, pero menos) se lo juegan casi todo. Sus resultados son la “encuesta” que más se acerca siempre a lo que sucederá un año más tarde en las elecciones generales.

El PSOE desde hoy – día 18 de octubre – entra en una larga campaña electoral que empezará, según todos los indicios, por Andalucía. Será el segundo gran tex (Madrid fue el primero) tras la cruel pandemia y la incipiente recuperación económica. Lo tiene difícil. El aplomado presidente de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, no se ha salido del moderantismo en ningún momento, cuando la dirección nacional de su partido se mueve alocada.

Juan Espadas y su organización política en el Sur, con el concurso de la dirección federal de su partido, tendrán que arriesgar mucho, innovar discurso y propuestas para sorprender. Los socialistas andaluces vienen de más de tres décadas de gobiernos en Andalucía y casi tres años de siesta desde que salieron de San Telmo. Como Pedro Sánchez y su equipo apuntan, no les queda otra que incorporar jóvenes a sus filas e inspirarse en ellos.

 

«Crece la sensación de que la socialdemocracia vuelve».

 

En realidad, el socialismo de gloria de la era de Felipe González y Alfonso Guerra estaba muerto cuando Susana Díaz salió del gobierno de la Junta en enero de 2019.  Le había dado la puntilla Pedro Sánchez al ganarle las primarias con suficiencia en mayo de 2017.  Ahora, recordemos, todos aquellos que la apoyaron públicamente (menos algunos) acaban de reencontrarse con un abrazo en el cónclave valenciano. En la historia de un partido como el PSOE, plagado de crisis, ruptura y escisiones, no es poca proeza la alcanzada por todos ellos el pasado fin de semana.

Crece la sensación de que la socialdemocracia vuelve; que sus partidos recuperan votos y generan expectativas porque están leyendo mejor que la derecha democrática los intereses de la mayoría. Parece que es así. Nórdicos, alemanes y socialistas del sur se recomponen. El desgaste mayor en esta confrontación con la bestia autoritaria y la amenaza de las empresas tecnológicas, lo tiene la derecha conservadora y liberal que se queda sin discurso, o lo comparte con los populistas.  Así que su espacio de mayor provecho se limita a disparar contra los socialistas y los partidos a su izquierda sin más grano que la metralla verbal. De confirmarse en próximas confrontaciones electorales este escenario, habría que pensar que nuestro horizonte será el de una batalla descarnada de todos contra la socialdemocracia y la otra izquierda no siempre juiciosa.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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