Marruecos: nuestra cercanía más alejada

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Marruecos es un país hermoso que guarda muchos de los sueños felices del español culto y sensible, pero desde siempre, desde antes incluso de ser una nación (conglomerado de tribus y cabilas) viene siendo gobernado y acogotado por tiranos que, además, representan a Alá en su tierra y, como tales, administran su doctrina. Cuando los designios de dios son las leyes de los hombres tenemos la peor de las dictaduras: la de dios, esa que siempre es la misma: ni se mueve ni cambia, simplemente se hace mineral.

La pretendida anexión del Sáhara, antes colonia española, por Marruecos, más que obedecer a su conocido expansionismo justificado en borrosos episodios históricos, es voluntad divina. Alá lo quiere, ¿quién va a oponerse? Para alcanzar este objetivo – la única y real verdad – vale todo, incluida una guerra o varias. Aunque antes de acudir a ella, mejor es echar por delante la carne sobrante, los voluntarios más desesperados del reino, empezando por los muchachos, jóvenes, todo determinación y aventura, desempleados y vagando, y mujeres cargadas de fardos y bebés.

Los señores de los palacios, con todo el alboroto y la alarma generados, sin embargo, han perdido por 10 a 1 el primer pulso, ya que si algo repugna en España y Europa es la cobardía de quienes se parapetan detrás de mujeres angustiadas y niños desvalidos. Un guardia civil, cargado de subfusil y cartuchería, rescatando a un bebé del mar es la imagen más certera de la crueldad a la que se aplican las autoridades marroquíes.

 

«El conflicto con Marruecos es el más difícil de resolver que tiene España».

 

El conflicto histórico que nos liga a Marruecos no desaparecerá nunca. ¿Quién se atreve contra ese alud de desprotegidos? De esta manera largaron a las tropas de Franco cuando agonizaba. Y de parecida forma han querido operar 45 años después: corazones inocentes contra bayonetas. España pudiera plegarse al interés marroquí sobre el Sáhara Occidental. Entonces Rabat nos inundaría con ramos de besos y hasta suspendería de cuajo el tráfico de droga en el estrecho. Mas tiempo después, en un día calma placentera y sol brillante en el Atlántico, caería sobre Ceuta y Melilla con 300.000 almas hambrientas. Y más tarde se prepararía para llegar hasta Canarias.

El conflicto con Marruecos es el más difícil de resolver que tiene España desde hace más de un siglo. Se trata de una tensión permanente entre lo que “quiere dios” y la voluntad de los hombres. Enfrentamientos parecidos y aún más graves se vienen resolviendo, o encauzando, por decenas a lo largo de las últimas décadas de eclosión nacionalista y descolonización. Pero en ellos han intervenido de manera creciente la razón histórica, las nuevas mentalidades democráticas más clementes, el declinar de Europa, la voluntad de ceder de las partes y, claro, en ocasiones, el uso de la fuerza.

Pero en todos los casos la voluntad de los dioses quedó aparte. Marruecos tiene ese talismán que además llena de arengas y votos a la extrema derecha de aquí y de allá. A nuestro país no le caben más calamidades en tan poco espacio de tiempo. Solo faltaba que Pablo Casado le haga el caldo gordo al señor de Rabat. Claro que lo más probable es que Marruecos silencie el estruendo y alargue la mano para recibir el estipendio. La ha armado buena. No estamos seguros de que en esta ocasión haya acertado. Demasiado sadismo con los suyos.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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