El sol de las cinco de la tarde

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

El columnista afectado escribe en su última entrega que “los humanos vivimos en una tina que rueda cuesta abajo con enorme violencia”. No se detiene en describir mareos, náuseas y magulladuras mil que alcanzan a ese mundo rodante sobre un tobogán duro y ligerísimo. Sostiene, además, que de todo ello dan cuenta a diario los medios de comunicación y las enormes bocinas de las redes sociales, que producen más ruido y angustia que El Grito de Munch.

Muy rebuscada es su metáfora tan literaria, pero tiene razón. Se diría que nadie, en España al menos, atiende u observa la llamada de la primavera; ese sol primero que templa la frente en las terrazas y las hojas fresquísimas de los perales locos que alinean de belleza tantas aceras; que nadie repara en cómo los jardineros municipales insisten en su esmerada labor de llevar color a los arriates de las ciudades y pueblos.

Pero no es cierto. Al periodista y a una joven viandante nos saludó por la espalda a las cinco de la tarde (nos lo contamos con una sonrisa en los ojos) un sol fresco que iluminaba toda la calle como si la mano de un dios egeo la hubiera maquillado con la transparencia imaginaria de la alegría. Impactos de esta naturaleza acarician a centenares de millones de hombres, en tanto otros tantos pasan los días arrancándoles escaras de vida, superación y sueños.

 

“Se nos acusó de haber vivido por encima de nuestras posibilidades”.

 

¿Por qué nos lo ponen tan difícil ahí fuera? ¿Quién cuenta que estamos tan desesperados para que nos inunden con todas las estadísticas del desastre? ¿Quién pretende convencer, a los madrileños sin ir más lejos, de que su esperanza tiene por segundo apellido Ayuso, o que deben depositar su parte de futuro en un abuelo norteamericano, católico y bien intencionado apellidado Biden? Con la inabarcable oferta de caminos  y gozos que nos ofrece el mundo y esa magnífica cabeza mullida de imaginación que nos acompaña, se nos lanza al embudo de la tina rodante.

¿Qué crimen horrendo hemos cometido para que se nos trate tan mal? Tras la crisis del 2008 se nos acusó de haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Se mostraban ejemplos muy gráficos para que nos hiciéramos cargo del caso: ¿cómo es posible, se decía, que un ferrallista ganara 4.500€ al mes, o que una limpiadora extranjera e ilegal pudiera acceder a una hipoteca para comprar un pisito en la urbanización de El Pocero?

¿De qué se nos acusa ahora? No percibimos imputaciones tan expresivas como las que mancharon a tantos las voces del coro invisible en años pasados. Ahora la responsabilidad es genérica o neutra. “Estamos matando la tierra”, “No sobreviviremos si no frenamos el desbocado consumo”.  Para salir de la crisis “todo debe ser” energías limpias y sostenibilidad; las tecnológicas, tan avanzadas, y los fondos de inversión, tan sobrados de liquidez, están dispuestos (y trabajan) para salvarnos. Claro que empezarán a echar una mano al mundo cuando se haya controlado el virus cabrón. Ellos conseguirán que parezca que la tina rodante aminora velocidad e incluso nos harán creer que nos vamos librando de la última quema.

 

“Gran parte de la sociedad solo está confundida y asustada”.

 

Este cuento, no obstante, no será tan fácil de aceptar como creemos en el celo de los gorriones que nos pían con urgencia estos días. Nos distraerán porque aún queda por pasar por encima del edificio tan bombardeado de nuestras democracias. La batalla política que apunta a Madrid, sin ir más lejos, va de ello. Frente a la barbarie de inanes crecidos y dioses imaginarios, se presentará la voz sosegada, sensata y reflexiva del filósofo, solo la suya. La mayoría se pregunta hasta dónde puede llegar un metafísico, qué victoria puede conseguir un guerrero sin espada. También el periodista entra en parecida cavilación. Se conformaría con que sólo pudiera retener por unas horas el rodar insistente de la tina para que muchos pudieran escucharlo. Al fin y al cabo, gran parte de la sociedad solo está confundida y asustada, los exaltados (polarizados se les llama ahora) son minoría. Cuestión diferente es el ruido atronador que emiten. Las verdades que llegan cocinadas con el aceite del miedo y el fuego de la amenaza se suelen imponer.

Así que tengamos un cuidado extremo para que no nos roben el sol de las cinco de la tarde del pasado miércoles día 17 de marzo. Ese debe ser siempre nuestro.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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