El Gobierno tiene los Presupuestos Generales del Estado para 2021 (PGE) amarrados. Cada día, llega a los medios de comunicación la noticia como gota mágica que anuncia cómo un nuevo grupo parlamentario se suma al sí. Los que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez vuelven a unirse en un mismo sentido del voto. La insistencia del Gobierno por conseguir el voto de Arrimadas (¿qué le podría ofrecer por el favor a Ciudadanos (Cs)? fue enorme hasta el último segundo, pues para Pedro Sánchez tenía un valor político infinitamente mayor que cualquier otro voto. Devastaría el discurso del PP que le acusa de que gobierna solo con la antiespaña y trasladaría a su coaligado Unidas Podemos (UP) el mensaje de que no solo ellos tienen la llave de la legislatura.
Todo se desvaneció el jueves 26: Arrimadas dijo no. En la Moncloa no sorprendió. En realidad, contaban con ello desde agosto. La insistencia en mantener el diálogo abierto con Cs era mitad auténtica, mitad táctica: transmitir a la opinión pública la determinación de buscar el apoyo del centro-derecha hasta el último aliento. Así las cosas, el Gobierno sacará los PGE, pero la derecha incendiará aún más el endiablado debate político nacional. Los acuerdos del Gobierno con Bildu y Esquerra se convierten en bombas de racimo político en manos de la oposición.
Pero también gana Pablo Iglesias. En realidad, es él quien con mayor esmero ha preparado la salsa que lleva al Gobierno que preside Sánchez al menú presupuestario. Rechaza que los socialistas puedan encontrar apoyo alguno en el centro-derecha y menos aún en la derecha. Para él, eso que se llama política de Estado es, de momento, una antigualla, una rémora de la vieja política bipartidista que se impuso en la Transición.
“Uno de los brazos de esa tenaza forma parte del Gobierno”.
Otro pulso que gana Iglesias con buenos réditos para su formación y los nacionalismos separatistas catalán y vasco. Es una verdad palmaria no desmentida por los socialistas que “en la inmensa mayoría de los conflictos conocidos ha ganado Iglesias”, como escribe en El Confidencial el periodista Fernando Garea, gran conocedor de la cocina política de la izquierda.
Así que bien se podría estar abriendo un escenario político que recuerda a lo que en los últimos años de Felipe González en la Moncloa se llamó la Pinza: PP e Izquierda Unida, o sea Aznar y Anguita, Arenas y Rejón, acogotando a los gobiernos de la nación y de Andalucía con la presión impropia de dos manos que no debían de haber coincidido jamás presionando sobre la misma garganta. Lo realmente novedoso es que en esta ocasión uno de los brazos de esa tenaza forma parte del Gobierno. En aquella ocasión, la derecha soñaba con acceder el Gobierno de la Nación y la izquierda, con dar el sorpasso a los socialistas. ¿Pablo Iglesias permanece aún aturdido por ese sueño o es su incontrolable necesidad de mantener la notoriedad política a toda costa quien le lleva a este extremo? Porque camina por la misma vereda donde pasea a diario la deslealtad.
“El conflicto político crecerá de manera notable”.
Así que se puede asegurar que la aprobación de los PGE no será el salvoconducto para que Pedro Sánchez pueda agotar la legislatura. Proclamarlo no será nada más que otra expresión de voluntarismo. La endeblez parlamentaria de los socialistas persiste y es más que probable que aumente aún más su flaqueza en los próximos meses. Vivimos un tiempo en el que casi nada es como hace una década. La voluntad de los políticos por trabajar en causas comunes se extingue; los resultados se miden cada mañana. El futuro es el titular de prensa de la próxima hora; pensar en pasado mañana es tarea del arcano o la cávala. Pero bueno, pronto el Gobierno podrá disfrutar de la apertura de telediario que anuncia la aprobación de los PGE.
Porque el conflicto político crecerá de manera notable; porque también han entrado en el bombo de los truenos políticos la armonización de tributos autonómicos y la Ley Celaá, una pelea que al “PP de la Meseta” le encanta dar porque choca de filo con Cataluña y se congracia con su electorado más genuino. Además, en el económico aún está por que comience el encauzamiento de la crisis económica pavorosa, que continúa profundizándose. Solo tenemos en puertas dos luces de esperanza: la vacuna contra la COVID-19 (solo dios sabe con qué prestigio llegará cuando se proceda el primer pinchazo), que deberá ayudar a poner freno al desastre económico; y la puesta en marcha del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia repleto de millones.