La escuela: lío, lío

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

La escuela pública en España tiene su punto mítico: la primera oportunidad que tuvo el pobre de salir del hoyo eterno. Su aparición es muy reciente: apenas un siglo. Escaló de forma perezosa y con hachazos tremendos, como el producido por la guerra civil. La escuela privada, o concertada, como se la denomina en los últimos años quizás para escamotear las connotaciones de empresa con las que carga, tiene, sin embargo, el halo santo que le presta la Iglesia católica con sus monjas, curas, frailes y edificios suntuosos empenachados y ricos en ladrillo y herraje en los centros urbanos. Y, también, ese toque de clase y diferencia que le da un orden burgués, a decir verdad bastante raído, pero que aún retiene el sonido difuso del recogimiento y la campana. Aunque también hay privada laica, cara o carísima, en la que los muchachos dan órdenes desde el iPhone al poni que les regala los saltos.

Esta escuela lleva semanas removida, hasta el extremo de que sus propietarios e ideólogos han llegado al rebato de lanzar a sus alumnos hasta las redes sociales pidiendo libertad, esa palabra tan de moda. Niños de cinco a doce años que quieren dar la impresión de que son esclavos. Todo se debe a la llamada Ley Celáa, la ministra vasca que habría que ver cómo la dibujan en los baños de la concertada. El revuelo es por lo de siempre: “procurar que los niños estén cerca de dios desde el principio de sus vidas”, aunque en este nuevo tiempo, tan apegado a esa materia llamada pasta, debemos pensar que, en el fondo, lo que late es el temor a recibir menos subvenciones, donaciones y demás ayudas públicas.

Porque, veamos, la ley que se aprobó ayer jueves día 19, tiene como objetivos relevantes que esta escuela acoja a más niños y muchachos de recursos económicos escasos, impedir el regalo de suelo público para que empresas levanten colegios privados, y hacer que la asignatura de Religión no se evalúe como las troncales, digamos que Matemáticas o Lengua. Parece que no es muy luciferina la hazaña del Gobierno aunque sea social comunista. Pero se ha soliviantado tanto el patio de la privada, sus administradores y órdenes religiosas, que solo les ha faltado exhibir vociferante a una nueva Carmen de Alvear, el estandarte contra las leyes educativas de los primeros gobiernos socialistas de los ochenta del pasado siglo.

 

“En este debate se exagera todo”.

 

El terremoto se ha dejado sentir en todo el país, aunque se ha percibido mayor estruendo en Andalucía; será porque en la tierra de María Santísima encuentra ahora más calor, hucha y Boja. Sin embargo, los obispos y otros pastores mayores de la Iglesia han estado más discretos que en otras ocasiones, al menos en Madrid, donde tenemos la cúspide de la pirámide católica española. Algo es algo, que es mucho y digno de apreciar. El papa Francisco, un pulpo en el Vaticano, parece que alarga el brazo hasta las tierras del Pilar y el Rocío, el reino de las vírgenes.

Aunque, en realidad, esta enésima reforma educativa no toca “el nervio ideológico” que hacía saltar a los obispos y su grey, ni pone en cuestión el sistema de la concertada. Solo exige que admitan a más pobres y extranjeros sus aulas, obligación de la que ahora se desentienden con facilidad; y pone freno a que empresas de órdenes religiosas, fundaciones y mil fórmulas jurídicas más con las que se pone cara a la educación concertada amplíen su patrimonio inmobiliario con donaciones públicas. Claro que también nos llega la polémica (también un grito bastante teatral) de que el castellano o español deja de ser idioma vehicular en la enseñanza. Todo viene por Cataluña y su separatismo ardiente. Pero, qué curioso, el gran barón popular gallego, Núñez Feijóo, explica en sus escuelas “hasta las matemáticas” en su idioma propio, denuncia un titular de periódico de la derecha en Madrid.

En este debate se exagera todo, como sucede con el vociferío político del momento. Las declaraciones de políticos, el debate parlamentario y la expresión de gran parte de los medios de comunicación (“Hay buenas noticias pero no las verán en nuestros medios…”, escribe Javier Valenzuela con verdad en InfoLibre) son sin más un revival, eso sí, más mediocre que en ocasiones anteriores, de obsesiones de la derecha más carpetovetónica. Y la nueva manera de presentarse la extrema izquierda en este siglo, también en el gobierno, encantada. Lío, lío. Es su mejor hábitat.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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