Marion Maréchal Le Pen, sobrina de Jean-Marie Le Pen, fundador del partido ultraderechista francés, Agrupación Nacional, abre sucursal en Madrid de su centro de formación de élite derechista, Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP), radicado en la ciudad de Lyon. Ahora, según su director Sandro Muzio, abogado franco-argentino (no sé por qué el sonido de este nombre me trae recuerdos de un pistolero llamado Jorge Cesarsky, implicado en el atentado con muerte de un estudiante en Madrid en el turbulento año de 1977), abrirá sus puertas pasado el verano en los locales que hasta hace escasos meses fueron la sede central de Vox. Tanto el partido francés como Vox dicen estar desvinculados del citado centro de formación para élites extremistas de la derecha, aunque sus muñidores y grandes impulsores en España han sido dos íntimos de Abascal: Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza.
Así que el partido de verde quiere pasar también por tener gente instruida e ilustrada; desea promover una élite que recuerde a los aristocráticos mentores (al sol o a la sombra, según interese) de aquellos partidos pardos, azules o negros de los años 20-30. Entonces, fueron en su mayoría militares de alta graduación y rancias familias, grandes empresarios y algunos intelectuales atraídos por el brillo de los aceros modernos y la marcialidad y determinación de aquellos hombres. ¿Quiénes serán los que pasen por el Instituto de la calle Nicasio Gallego? Probablemente muchos serán nietos o biznietos de aquellos o, en todo caso, sus admiradores.
“Todo pudiera quedar en un FAES II”.
Alguien ha debido de convencer a la dirección de Vox de que no pueden ser solo una grillera tronante en las redes sociales y protagonistas estables de las trifulcas parlamentarias. Tampoco se les debe emparentar de manera permanente con la bronca y esos tiradores al blanco en tinglados ocultos. Porque aún no se les ha acercado nadie con un ramillete de poemas notable en la boca ni tampoco para regalarles la idea de nueva sociedad caudalosa y aspiracional. Hasta ahora, son solo vocingleros con bandera a la espalda, estampa de señorito de campo y remeras de pijo. Así que necesitan con urgencia personas que puedan hablar con solvencia en los casinos del momento: foros de debate político, económico y cultural; salas de grandes conferencias y potentes tribunas mediáticas con otros discursos que no sean raspaduras de palabras heredadas de la dictadura o rodadas durante siglos hasta aquí por la tradición.
Porque el alanceamiento verbal del socialista está bien y el arponazo permanente que se dispara contra el nuevo Belcebú de España, Iglesias, también. Sin embargo, necesitan ese José Calvo-Sotelo 5.0. que los eleve hasta la cresta de la digitalización masiva, y también la mística regeneracionista y revolucionaria de un José Antonio que atrape con maromas de esperanza a los desheredados de la globalización criminal.
Claro que, al cabo, todo pudiera quedar en un FAES II: parecido programa ultraliberal, con buenos sifonazos trumpistas y algunos ejemplos chinos: control y control. Y a falta de ejército, la poderosa malla de las redes.