El voto a favor mediante el cual quedaban aprobadas por nuestro Congreso de los Diputados las medidas austeridad presupuestaria anunciadas por el gobierno y reclamadas por toda Europa, supuso un alivio en el mercado financiero internacional mucho más atento a nuestras cuitas que lo que imaginaban la práctica totalidad de los que se sentaban en las bancadas del Congreso.
Pero a pesar de ello, la confianza sigue bajo mínimos. El apetito por el riesgo se esfumó de los mercados hace tiempo y todavía no ha regresado. La búsqueda de abrigo en la deuda alemana continúa siendo el trade favorito de un mercado que no ve nada claro el horizonte.
Eso sí, se observa una mejora en la volatilidad del mercado, que ha disminuido sustancialmente en las últimas sesiones, aunque todavía no podamos decir que sea síntoma de una recuperación de la confianza, pues nadie podría negar en este momento que sea la calma tensa que precede a otra tormenta.
En todo caso, parece relevante comentar que es una opinión cada vez más generalizada en los mercados de vanguardia que las caídas futuras no llegaran a ser tan fuertes como las fatídicas de 2008 y 2009. No se espera una vuelta a los mínimos de aquellas fechas. Fueron demasiados los inversores que perdieron el rebote alcista de aquel momento y no les gustará tropezar con la misma piedra. Es bastante alta la liquidez que mantienen los vehículos de inversión, que esperan una confirmación relativamente sólida del mercado para volver a entrar en él. Y a fuerza de ser sinceros, tal y como pinta la cosa ahora, que algo no caiga con estrépito no es moco de pavo.