El Derribo

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero
Fotografía: El presidente José Luis Rodríguez Zapatero
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero

Cuando derribar a Zapatero es más urgente que la estabilización misma de nuestra economía y la europea, algo va muy mal en España. La mañana del pasado jueves 27, fue de las más intensas de la presente legislatura: nos jugamos el sostenimiento o el hundimiento de nuestra economía y el inicio o, neutralización, de una nueva ofensiva contra el euro más cruel que la ocurrida las primeras semanas de mayo. Por primera vez desde la mañana del 11-M, en las pantallas de los ordenadores de los operadores de mercados, se abrió una ventana al debate en directo que se desarrollaba en la Carrera de San Jerónimo. Los traders mantenían un ojo puesto en las oscilaciones de las cotizaciones y otro en el resultado de las votaciones del decreto “tijera”. De haberse rechazado, dice el analista «el IBEX hubiera caído no menos de siete puntos en pocos minutos y entre cuatro o cinco el Euroestoxx. Y Frankfurt hubiera temblado». Por fortuna no fue así. Botín, Ortega, los March… pudieron dormir a pierna suelta esa noche, «habían sido salvado por los pérfidos socialistas». Claro que los medios de comunicación aquella tarde y la mañana siguiente no transmitieron exactamente esa realidad. Ofuscados con Zapatero tanto como el PP, se olvidaron de que lo que se juega no es la estabilidad de un político que, como todos, es contingente, fungible y prescindible, sino el presente y el futuro mediato de todos nosotros. Si el presidente se ha conducido en los últimos tiempos como un político imprudente, la oposición no está resultando menos dañina. Hay quien piensa que a los populares les importa una higa el poder letal de los mercados. Es más, si al cabo recogen una España desbastada les resultará más fácil convencer a la ciudadanía de quienes han sido los responsables e iniciar su plan de salvamiento nacional mediante políticas «valientes y definitivas» como ya hicieron en los noventa cuando recogieron un país «en la ruina y con una Seguridad Social al borde de la quiebra». Olvidan, claro, que aquella situación es irrepetible. Lo que está en juego ahora no es sólo España, sino  la Europa del euro. Los cascotes que caen sobre nuestro cielo tocan todas las cabezas, desde Madrid a Varsovia. Tampoco el PP es autónomo.

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