La sensación de los principales participantes del mercado continúa estancada en el nerviosismo. Eso, a pesar de que las economías del maltrecho Euro y el FMI hayan conseguido aprobar un plan de choque por importe de 750.000 millones de euros que se deben emplear, en caso de que fuese necesario, en estabilizar alguna de las economías periféricas con serios problemas de déficit público.
El plan de choque puesto en marcha, principalmente para enviar al mercado un mensaje de unión en defensa de la moneda única, no implica que la tranquilidad vuelva a los parqués. Y no sería extraño ver cómo el Euro continúa depreciándose hasta niveles susceptibles de intervención por parte de los bancos centrales de las principales economías del planeta, a las que un Euro demasiado barato tampoco beneficia en absoluto.
Tampoco sería extraño ver un incremento de la volatilidad en los mercados bursátiles, donde la falta de una tendencia clara es tan evidente como la falta de regulación en los derivados financieros de crédito, que tanta sangre han causado en la deuda soberana de los países periféricos de la Eurozona.
Es interesante comentar a este respecto que son muchos profesionales del mercado los que opinan que una regulación más estricta (ahora apenas existe) sería necesaria para poder evitar futuros ataques especulativos contra la deuda soberana de países con déficit fiscal elevado. Los ya tan conocidos Credit Default Swaps (CDS) -que protegen del riesgo de quiebra o default de un emisor a cambio del pago del nivel de mercado de un índice de referencia más un diferencial- pasan por ser instrumentos muy útiles de cobertura para el poseedor de un bono o cartera de bonos, pero también pueden contratarse sin necesidad de poseer el activo en cuestión.
De esta forma, se produce una compra de cobertura al descubierto o en corto que permite beneficiarse del incremento de la prima de riesgo pagada por el emisor del activo o descontada por el mercado (spread de crédito). Por ello es interesante barajar la opción de permitir la compra de protección de crédito mediante CDS única y exclusivamente a los poseedores del bono o cartera de bonos, de forma que se viera limitado el efecto apalancamiento de los CDS y por ende su incidencia en el spread de crédito de los bonos en cuestión.
Pero la toma de esta y otras medidas no es fácil, son muchos los factores que están sujetos a análisis, y mayores aún los intereses a considerar, por lo que es de esperar una puesta en marcha y una aún más lejana entrada en vigor. Esperemos que esta vez la vieja Europa sea más rápida que el mercado, aunque se adivina complicado.