Llamadles mentirosos

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

En las últimas semanas, menudean las opiniones (y también las crónicas y artículos) de periodistas destacados que proclaman la necesidad urgente de denunciar las mentiras del político, el empresario y otros destacados líderes sociales. Las mentiras, las falsedades y engaños, que vienen adueñándose de los discursos públicos desde hace años, son ya exagerados en número y trascendencia y su avalancha crece.

Los mentirosos profesionales, digamos que Putin o Trump, han creado una escuela tan aplicada que la mayoría de políticos mienten o exageran no solo por descaro, sino sobre todo porque les beneficia electoralmente. La palabra furiosa del autoritario, el nacionalista rabioso, el racista o el homófobo llega desde hace tiempo no sólo cargada de insultos, calumnias y  befas, sino de un exagerado engaño que se transforma muy pronto, a base de millonarias repeticiones, en la verdad que enturbia tanto nuestra opinión como las bombas de racimo destrozan pelotones de los ejércitos.

En esta situación de alarma, cuando se entierra la verdad en beneficio del bruto y el desquiciado que está en el poder o lo busca, que aparezcan periodistas dispuestos a limpiar de los hechos ciertos la hojarasca pútrida de la mentira es toda una bendición. Se trata, afirman, de no dejar de advertir al lector, oyente o televidente cuando un político miente y se prueba su impostura. Algunos profesionales y editores ya lo vienen practicando y otros muchos comienzan a evaluar con mayor detenimiento si de verdad les vale la pena continuar dejando correr la bola de la mentira, o simplemente la información no confirmada, en aras de mantener o incrementar una audiencia que cabalga a lomos de la falsedad y el escándalo.

 

Periodismo o propaganda

 

Numerosos colegas sostienen que la campaña electoral de tres meses ya en marcha debería ser el tiempo propicio para empeñarse en hacer de fielatos del engaño. Además, este ejercicio de limpieza profesional lo necesitan también ellos y sus editores para ganar crédito cuando las redes se infectan de intereses espurios, influencers, demagogos y empresas dedicadas al riego masivo de mentiras e insultos. Cuando se considera periodismo desde programas como “Sálvame” hasta el blog de cocina, algo terrible está ocurriendo; el periodista y los editores de medios deberían de escapar a toda velocidad del lugar en el que la fuerza de la mentira y el engaño les está situando.

Porque cuando una noticia comprobada del New York Times, por ejemplo, tiene menos crédito e influencia que el rebuzno madrugador del tuit de Trump, algo malo nos está ocurriendo. Porque si Pablo Casado insiste en que el PP es el padre de la ley contra la violencia de género y no se hace estallar la trola, por ese roto se colará todo lo peor.

Escribía a mediados del año pasado el periodista Fernando González Urbaneja un artículo que titulaba “Cuando la mentira se equipara a la verdad, el periodismo devine en propaganda”. En él anota que “lo curioso es la ausencia de respuesta a ese fenómeno”.  Y tenía toda la razón. Acaso cuando termina 2018 e irrumpen en nuestro país “nuevos demonios” políticos se hacen más perentorias las respuestas. Tajo hay más que de sobra. Además, puede que la beligerancia del periodista contra la mentira sea también la penúltima tabla de salvación de su profesión. Porque si entre todos dejamos que el engaño se adueñe del titular, no solo padecerá la sociedad, sino que el periodismo habrá muerto. Realizar una lectura atenta y crítica de los respectivos programas electorales de todos los partidos y analizar sus propuestas podría ser un buen principio.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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