Otro Chaves

Ella dijo íngrima, que en ocasiones se encontraba íngrima. Y continuaba hablando despreocupada. Reía. Qué significa íngrima. Sola. Me desalentó que una palabra tan bella indicara tristeza. Luego tomamos todos whisky japonés: flores y óxido en el paladar. Nos interesamos por otras palabras nada más ser pronunciadas y por algunas muletillas. “Pura vida”, por ejemplo. Estamos en Costa Rica, el país de la amabilidad, de la educación buena. Mi amigo dice que es una seña de identidad de los costarricenses, un valor país. Por qué no. Aunque tienen otros muchos: no hay ejército.

Llevan un tiempo intranquilos. Como casi todo el mundo. Quizás por estar tan próximos al lobo de Nicaragua y al incalificable Bukele, de repente, se les encaramó en la presidencia de la república otro Chaves. En pocas semanas al mando, ha largado a ocho muy altos cargos, entre ellos a varios ministros recién jurados. Un hombre sin responsabilidad. Los errores son siempre de otros. De la Asamblea parlamentaria, de sus ministros… y, a falta de carne humana que culpar, siempre está el empedrado o el musgo que alfombra el país.

Desde su toma de posesión, no ha hecho nada especial, pero la gran mayoría de sus paisanos dice estar muy con él. Al presidente le acompaña por ahora la baraka. Es un tipo decidido y valiente, de esos que cuando llegan los apuros se atrincheran tras la barricada de los pobres que creen que les ayuda. Pero ese momento no ha llegado aún. La nación más bonita sigue exportando las mejores piñas de la tierra y millones de herramientas y tronas para dentistas. Y llueve como siempre. Arrea que es una barbaridad. Los ríos se desbordan y el presidente anuncia la instalación urgente de puentes en los parajes donde otros han volado arrastrados por la tromba. Pero nunca llegan. Los pontoneros se ven cesados. El presidente, como queda dicho, nunca es responsable: él solo ordena, como es su misión. Quienes le votaron creen en él, o necesitan creer en él. Al fin y al cabo, Costa Rica es un país muy religioso y de fe saben bastante.

 

«Este país no se merece otro Chaves en el Caribe».

 

Tiene unos bosques espectaculares. Nuestra mirada es regalada con más gamas de verde que los cuadros de Gauguin. Las carreteras son caminos resquebrajados hasta el cuérrago. Viejas. Las plazas del centro de San José, la capital, se han convertido en repositorio de millares de nicaragüenses y otros americanos que huyen del hambre y otros ogros sin más amparo que el del sol, la lluvia y el viento.

La inquietud de las clases medias y los demócratas de la nación de Óscar Arias es tan creciente como intacta se mantiene en el otro Chaves su esperanza hambrienta de pobres. Es una enorme pena que una tierra (tan) hermosa, poblada de (tanta) educación y delicadeza haya caído en el trasmallo de un salvador. Los anteriores partidos y gobiernos que abrieron la puerta de la nación al Caballo gracias a su impericia y corrupción deberían cambiar de arriba abajo o hacerse el harakiri sin más. Este país no se merece otro Chaves en el Caribe. Ni siquiera esos millones de almas que necesitan creer para sobrevivir.

Fotografía
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