Juanma no quiere a Macarena Olona de vicepresidenta de la Junta de Andalucía. Insiste con reiteración en ello. Pero no por las razones que manifiesta. Estas son pura coraza electoral. Lo cierto es que entra en pánico con solo pensar que la tendrá a su lado en la mesa de reunión del Consejo de Gobierno. Y por una razón aún más alarmante: al otro lado, permanente e insistente, del teléfono. Por ello, Juanma ahora se fuerza en no imaginar siquiera la presencia mediática constante e intensísima que tendría la líder voxista. Eso sí, le irrita no tener la suerte del alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, que se acompaña de Begoña Villacís, una vicealcaldesa dócil y bella. Una delicia de mujer.
Con Macarena Olona en la vicepresidencia tendría que sudar algo más que la camiseta para alcanzarla. Ella es política de calle y montería. Tiene las trazas de rica insurgente y pasos, lenguaje, ademanes y chupa de falangista ibérica, de las de Hedilla, aquel héroe azul cobalto tan desconocido en estos tiempos y casi siempre. Así que Juanma hará lo imposible – si es que algún listo le proporciona la receta, claro – para que no llegue a pisar jamás el palacio de San Telmo mientras sea presidente de la Junta. Si no tuviera más opción que hacerse cargo de ella para ser investido presidente, si es que está en disposición de ello a partir del próximo día 20, estaría dispuesto a convocar nuevas elecciones o a entregar la mitad del gobierno a Vox si la vicepresidencia la ocupa digamos que un tal Gavira.
«Lo curioso es que Olona lo sabe y disfruta».
Está convencido de que Olona vicepresidenta sería para él como una lluvia de arena constante y ardiente que lo difuminaría, o algo peor: lo quemaría con el aire de fuego que sopla el simún. Todo este reconcome lo conoce muy bien su equipo próximo y los íntimos. También en la planta 7 de Génova 13 estarían al loro del caso. Al pastelón de verse obligados a coaligar con Vox en Andalucía, se añadiría la tensión que despierta Olona. Lo curioso es que ella lo sabe y disfruta. Como también Abascal y su sanedrín.
Atizarán todo lo que puedan con el pánico que la alicantina les provoca, pues ellos conocen mejor que nadie los lampreazos de sus palabras y ese genio. ¡Qué personalidad! En la dirección nacional de su partido y en el grupo parlamentario truenan (sufren y aplauden a un tiempo) sus embestidas verbales y venales. Como es conocido, la candidata derechista ha dejado abierto más de un destino, pues mantiene su acta de diputada en el Congreso de los Diputados y exige la vicepresidencia de la Junta en tanto se resuelven los acontecimientos en el Sur. Es muy posible que los gerifaltes del toro mantengan los dedos cruzados todo este tiempo para que se quede por fin anclada (censada) en la tierra de Lorca. Descansarían. Aunque la última palabra la tendrá ella, al menos mientras consiga los diputados que la mayoría de las encuestas le dan.