Merkel, una monumental señora corriente

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Europa, o al menos España, despide con palabras de elogio el paso al lado dado por Angela Merkel. No creo, sin embargo, que piensen lo mismo de ella los griegos y, claro, muchos españoles, incluido Rajoy, Montoro y sus hombres de negro, a los que sus políticas austericidas estrelló de mil maneras en la crisis económica de 2010 y sucesivos. Con posterioridad, comenzó a cambiar y, en la actualidad, tras la durísima crisis de la covid, accedió a la mutualización de la deuda europea y a apoyar un fenomenal plan de inversiones europeo, New Generación, por valor de 750.000 millones de euros.

Los dieciséis años de Merkel al frente de la cancillería alemana han contribuido a que florezcan (y marchiten) numerosas Merkel. Ese es su gran éxito: “haber gobernado al compás del sentir de la mayoría social acaparando políticas propias y ajenas”, como escribe la periodista Ana Carbajosa en El País del domingo 26. Se hizo cargo de su partido, la CDU, muy conservador, y se marcha dejándolo en el centro político, aunque eso sí, tocadísimo. Claro que esto no es novedad, todos los hiperliderazgos duraderos en el tiempo dejan a sus respectivos partidos hechos unos zorros. Recordemos a Felipe González, a Thatcher o al mismo Mitterrand, que dejaron tumbados a sus partidos por varios años.

No obstante, la peripecia política de esta mujer es de una singularidad extrema. Pasó de no festejar la caída del Muro de Berlín porque al día siguiente tenía un examen de su carrera de Físicas en la Universidad de Turingia (disciplina y responsabilidad de cuartel o calvinista), a declararse abiertamente feminista años más tarde. Un recorrido inmenso el suyo. Evolución permanente, en tanto aprieta tuercas y vigila que no la zarandeen demasiado los vaivenes permanentes de la política interna de su país, pues tiene que dirigir un gobierno de coalición dificilísimo, un partido que nunca deja de ser un avispero de intrigas y sobresaltos, y trece Lander en danza y acechanzas permanentes.

 

«Angela Merkel sale con aplausos concluida su serie política».

 

Además, de serlo, no hubiera podido ejercer de presuntuosa y, menos, decisiva y determinante: los hiperliderazgos en Alemania están muy mal vistos, y no tenemos que explicar el porqué de nuevo. Pero ella sale con aplausos una vez concluida su larguísima serie política, precisamente porque no acaparó todos los planos siempre, aunque nunca dejó de ver todas las imágenes que tomaba el cámara.

No ha sido una política dogmática. Tozuda, sí, eso va en el ADN del teutón. Pero nunca doctrinaria. Aprobó el apagón nuclear de Alemania y autorizó la entrada de un millón largo de refugiados a su país cuando todas las derechas europeas rugían. Esta decisión provocó el cuarteamiento de su partido, rasgó su popularidad y condujo a un rápido crecimiento de la extrema derecha en su país y más allá de él. Claro que esta mujer, una década antes, dejó en cueros a la Europa mediterránea justificándose ante sus presidentes en que no podía hacer otra cosa, pues de lo contrario, la extrema derecha y su partido la echarían de la cancillería.

 

«Nunca tuvo la tentación de hacer una Europa alemana».

 

Dos – o muchas más – Angelas en una. Todo un proceso, una larga travesía en la que se encontró con todos los obstáculos, pero nunca llegó a caer del todo. Como españoles, deberíamos quedarnos (más allá del escozor de la cruel austeridad a la que nos sometió) con que, a pesar del eterno mareo que es eso de la construcción europea (barco que baila en permanente marea), nunca tuvo la tentación de hacer una Europa alemana, sino que más bien estuvo conforme con una Alemania europea.

En lo que a nuestro país respecta, nunca hemos dejado de ser, bajo su mandato, el país amigo que desde Billy Brand tanto nos ha acompañado en nuestra trayectoria europea. Desde 1983, año en que Alemania fue el primer valedor de la candidatura española para entrar en la CEE, hasta el 2020, en el que Merkel aceptó – con su toma y daca – la propuesta española de un Plan Marshall, o sea, el luego llamado Programa Next Generation.

A gran numero de españoles – y no digamos a los socialistas – le gustará que el nuevo canciller sea Olaf Scholz, no tanto por su filiación socialdemócrata, sino porque dicen que ha aprendido de Merkel.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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