Los churros mojados en cava

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Me comenta una querida colega cómo hace unos cuantos días el maître de un gastro-bar en el centro modernito de Madrid insistió en que probara el fonio. “¿Cómo?” “Sí, una semilla africana cercana, o familiar, del mijo estupenda. Algo así como la quinoa del continente negro”. Y no es una excentricidad; ni el ramalazo locoide y llamativo de un neococinas que busca llamar la atención con productos no ya desconocidos, sino insólitos.

Lo raro y muy lejano hace tiempo que viene llegando hasta nuestro país; acude apresurado en el contenedor inmenso de la moda que dibuja nuestro tiempo dispuesto a desentenderse de las carnes y azúcares tradicionales, proponiendo a cambio glucosas que son reducción de frutas: granada, dátil, coco…; frutos secos convertidos en mantequillas: anacardos, cacahuetes, almendras…; semillas que se olvidan la pipa de girasol («¿Qué tal te va, Facundo?»)  y abren la pasarela a la semilla de calabaza o de sandía. Y, en fin: huevos de vegetales y carnes 100×100 verdes, también.

Esta misma inercia (quizás los mismos mandarines del mercado también), quiere comerciar el idéntico matute que nos nutrirá, platos de cuchara de nuevo e inundarnos con “productos de proximidad”. Es decir, rezo y blasfemia en la misma oración que llamamos alimentación.

Por fortuna, y de momento al menos, quedan (resisten habría que decir más bien) locales, llamémosle cafeterías, restaurantes o colmados para comer y beber mientras se habla, se ríe o se besa; en los que se goza de la ligereza gustosa de platos reconocibles de siempre, servidos con el aderezo y la proporción del momento, donde el camarero es atención y sonrisa siempre, y el ruido de la barra lo transformamos sin querer en un hilo musical ora entendible ora caótico.

Uno de estos lugares es HD, Guzmán el Bueno, 67 (Madrid). De nueve de la mañana a doce de la noche (y pasadas las dos de la madrugada viernes y fines de semana) está abierto y con ambiente siempre. Tomó fama hace años gracias a las hamburguesas muy ricas y baratas que devoraban estudiantes, erasmus, becarios y repartidores de todo tipo de productos o artefactos. Aunque nunca dejó de ser el bar del barrio que, a las tres y media exactas de cada tarde, el vecino de culo gordo se acoda en la curva de la barra para tomar lento su cortado y observar el gentío del menú de 12,00€.

 

«Un rincón muy particular y emocionalmente excitante»

 

Los platos de menú son todos reconocibles, pero saben diferente cuando te los sirven en HD. La alegría del camarero, su servicio rápido, el ambiente setentero, un punto decadente y por momentos hasta un tanto astroso en su conjunto, le dan un toque especial que subrayan escenas como las de esa abuela estupenda mojando el churro en el cava servido en copa alta, mientras su pequeño y goloso nieto decroly hace lo propio hincando el jeringo en el centro mismo de la bola de helado de vainilla.

En un único espacio conviven en el tiempo todos los ambientes posibles del desayuno, el aperitivo con el papeo, la merienda o la copa. Así que, en tanto una arrasa con el fin del menú cuchareando el último labio de natillas de chocolate, otro se despierta desayunando un croissant en la barra, y quien ha sido tempranero en la comida, se repantinga en un sofá de escay para disfrutar del gin-tonic especialidad de la casa.

Claro que quizás lo más nutritivo de nuestro bar protagonista sean sus noches. Picoteo o cena, cervezas y copas celebrados todos en un metro cuadrado amplísimo como una meseta y tan gustoso como compartir la oscuridad bajo el baobab remoto de la sabana. Sí, un rincón muy particular y emocionalmente excitante. Probablemente uno de los cinco establecimientos de bulla, comida y copas que mejor atienden en Madrid. Sus camareros/as son especiales; jóvenes que tienen la destreza de hacer que te sientas atendido en todo momento.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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