
La victoria electoral de los socialistas y Pedro Sánchez es algo más que la vuelta del PSOE al liderazgo de la política española, tiene al menos tres significados muy relevantes: España no cae en manos de una derecha radicalizada tutelada por otra fuerza política emergente de corte y raíces franquistas, Vox; abre una ventana de esperanza a una Europa asediada por el populismo, pues no continúa el camino emprendido por Italia y otros países, y mantiene la determinación de ir dando salida al atasco catalán por otras vías que no sean las del palo y tentetieso, o sea, el conflicto y la erosión permanentes.
Pero tiene más consecuencias: se abre la posibilidad de un recambio en el liderazgo de la derecha, pues la caída electoral del PP es tan fuerte que permite a Ciudadanos – si tiene la suficiente inteligencia – hacerse con la primera voz en la oposición armonizando en torno a este partido el discurso que la derecha democrática española nunca debió abandonar y menos aún de forma tan rápida y alocada como lo ha hecho Pablo Casado.
Podemos y Vox quedaron frustrados con los resultados obtenidos, aunque a los primeros los consolará que podrán formar parte de un posible gobierno de coalición con Pedro Sánchez y los socialistas, y a los segundos, continuar en la luz del parlamento y otras instituciones con su cruzada española hasta ahora retórica por más que sólo su música haya traído más miedo del necesario.
Inteligencia y osadía
Queda, no obstante, el desenlace de las elecciones europeas, autonómicas y municipales que dirán casi todo sobre cómo se conforman las mayorías de poder político en España. Y algo también importante: ¿persistirá Ciudadanos manteniendo el veto a pactar con Pedro Sánchez y los socialistas? Vistos los resultados electorales de ayer 28, ese camino se le estrecha en exceso, pues su “no es no” a Pedro Sánchez les conduce inexorablemente a pactar con Vox para acceder a no poco poder territorial.
Además, en la batalla decisiva por el liderazgo dentro de la derecha, ¿qué le interesa más: ser un partido institucional y proeuropeo o maridar con la extrema derecha castiza? La puerta que no ha cerrado Pedro Sánchez, a pesar del requerimiento público de militantes y simpatizantes en sentido contrario, más que oportunismo es signo de inteligencia política. Hace años que caminamos entre el ruidoso estruendo de las alarmas. España no puede permitirse por mucho más tiempo partidos políticos que se olviden de los grandes pactos para hacer frente a las nuevas amenazas mundiales, que pueden convertirse en oportunidades con esfuerzo, inteligencia y osadía.