La Plaza Sintagma vista desde La Alhambra

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Es algo aceptado por todo el mundo que el paraje urbano (historia y mito) que se derrama desde la Alhambra hasta el río Darro y salpica con su belleza los cármenes del Albaicín, es una de las quebradas urbanas más hermosas de la tierra. Granada concentra en este espacio asombroso cultura y emoción inagotables. Ahora celebra en los diversos patios, salas y torreones de la fortaleza nazarí el Festival Internacional de Música y Danza de Granada 2018. Sesenta y seis años ya haciendo posible que fluya por aquellas crestas la música, el baile, el canto (y el cante) para que sus notas y timbres rueden luego por aquel promontorio de filigrana como los píos de las golondrinas llueven sobre los cipreses que hace siglos hablan con el cielo.

La noche del 26 de junio sonó en el Patio de los Arrayanes – el del olor más tenue y persistente-  la música para piano de Debussy. El festival se unía al centenario de la muerte del compositor francés llamando para su conmemoración al delicado y muy técnico pianista Pierre-Laurente Aimard para interpretar piezas pianísticas del compositor que rompió con el romanticismo tardío de manera inesperada y alucinante. Su interpretación fue de un liviano absorbente; solo notas claras y fluidas desbastadas del excipiente de  rotundidad que tanto enturbia las mejores partituras en ocasiones.

La noche continuó en cena y conversación múltiple – o sea a la española- con un celebrado e inocente pugilato verbal entre amigos. Todo en la terraza del restaurante El Carmen de San Miguel. Desde ella se obtiene la visión de la ciudad de Granada y su vega más auténtica y surrealista: una creación urbana culturalmente mestiza tan hermana de Damasco como de Barcelona, pues nuestro ojo iguala con su emoción el llano con el mar. Y así, a uno del grupo, el más provocador y vivaz, le vinieron de repente recuerdos de su paso, tan fugaz como imperecedero, por la Plaza de Sintagma, de Atenas.

Tuvo lugar la noche del día 5 de julio de 2015, cuando fue reportero y testigo de la noche que se conoció el voto del referéndum que organizó SYRIZA para arrancar de los griegos un no rotundo a las condiciones de rescate de Grecia que imponían la Unión Europea, el FMI y el BCE. Aquella cálida noche, como fueron tantos días anteriores, todo era ruido y confusión revestidos de un falso traje revolucionario.

Luego aquellos exaltados en el gobierno de Grecia acabaron hace pocos días siendo bendeciditos por la burocracia de Bruselas, pues la Grecia en sus manos realizó los deberes exigidos y deja de ser intervenida. Y en España, en el predio de sus hermanos de Podemos, ocurre algo de lo mismo: aprueban en referéndum interno conceder un chalet con piscina a sus líderes máximos, en tanto que el más amable y pintón de sus próceres posa con trajes y complementos de grandes modistos mientras habla con pasión de migraciones y libertades; del salario necesario y la nueva explotación.

 

Las raíces de los jazmines

 

Entretanto, nos extendemos en cómo se desguaza la revolución, se vacía a buen ritmo el escanciador de un mágnum de Habla del Silencio. “Por fin un buen vino de Extremadura”, exclama el más sincero en el centro de la mesa. Y a nuestro socorro acude un buen surtido de láminas de buen jamón suspendidas en tendales de juguete. Después un revuelto de bacalao a la portuguesa con patatas que son como lluvia de fideos; las inevitables alcachofas (es tanta su producción que pronto serán un problema medioambiental) y una lubina por derecho al horno repartida como buenos hermanos por el autoexigido camarero.

Las mujeres del grupo están raramente silenciosas y no se mantiene una única conversación, aunque nos vemos todos las narices. A la novedad fogosa del nuevo gobierno se le empiezan a caer los primeros pétalos por el abuso del marketing; el fútbol no da más que para comentarios mediocres y la campaña del PP ¡puaf!, sabe dios cómo terminará con tantos pastores en liza tratando de conducir a la derecha española sin más ideas que las garrotas que brotan de sus lenguas.

Así que, poco a poco fuimos desalojando. Al despertar temprano, a pesar de todo, vi que tenía un whatsapp lanzado a la hora del alba: “Te perdiste ver crecer las raíces de los jazmines”.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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