Todo resultado electoral relevante tiene numerosos titulares e innumerables lecturas. Las elecciones europeas de ayer, también. En España, la poda realizada a los partidos mayoritarios más bien parece una tala, ya que pierden más de treinta puntos en relación con las europeas del 2009. Se confirma, además, que el independentismo catalán goza de buenísima salud, pues coloca a ERC como primera fuerza política, y la izquierda no socialdemócrata crece con fuerza a su costa: atención a Podemos, de Pablo Iglesias. Ni rastro de la extrema derecha que sigue bajo el cuidado del PP.
La lectura europea tiene titulares añadidos. Aquí la derecha radical nacionalista, racista, crítica del euro y la austeridad impuesta por Alemania, se abre paso con fuerza en el Parlamento Europeo dejando noqueados a varios gobiernos como el francés. Bajan en votos los conservadores y se mantienen a duras penas los socialdemócratas, en tanto que una nueva izquierda federalista y antiausteridad se abre paso en Estrasburgo creando esperanzas.
Los resultados en España deberían tener consecuencias inmediatas. La primera evidentisima es que Cataluña se va, en tanto que los partidos llamados a buscar soluciones consensuadas con las fuerzas catalanas se despeñan. De otro lado, el PSOE no debería dilatar por más tiempo su refundación: o cambia de manera bien sonora de dirección, discurso y determinación política o proseguirá su dilución hasta llegar a ser irrelevante. Tras estos resultados, quizás no lleven a nada las anunciadas primarias de otoño. Más les valdría ir con urgencia a un congreso extraordinario que diera paso a un partido reformado y abierto a las nuevas ideas de izquierda que demandan jóvenes, clases medias y populares.
En el Parlamento Europeo entran decenas de nuevos diputados que pueden reventarle los oídos a Merkel y sus mariachis de Bruselas. El «no» a la austeridad puede convertirse en un clamor en el nuevo parlamento. Claro que la Cámara, la Comisión y los estados miembros de la Unión tienen que aprestarse a defender el proyecto común europeo de las numerosas raposas que se han colado en Estrasburgo.
¿Por qué nos sorprende en España el resultado francés? ¿Quién nos gobierna a nosotros desde hace varios años?