Camisas de Flores

El momento lleva a los españoles a un miedo invencible, o mejor sería decir acojone. Este canguelo, además, lo exportamos a otras naciones y continentes. Los ingleses, tan graciosillos ellos, llaman spanic, pánico español,  a ese malestar parecido a las tinieblas que se apodera de parte del continente europeo. Y es en este ambiente cuando se han de cerrar las condiciones que se impondrán al Reino de España por ser rescatado con dulzura. Es fácil imaginar que las imposiciones serán draconianas. Rajoy deberá meter otra vuelta de tuerca a los gastos públicos y los ahorros privados. Pero en esta ocasión habrá de actuar, si es que sabe, con más tacto e inteligencia pues la cabeza del tornillo puede partirse y quedarse todo al pairo más absoluto.

Además, necesitará modular el verbo de sus boquitas totalitarias, esas que acusan al pobre de pancista y recetan que la salida de la crisis  pasa por el cierre, o casi, de los parlamentos. Y sobre todo tendrá que saber convivir con los hombres de negro. Porque éstos venir, vienen. Es más, están aquí ya haciendo descubiertas, vivaqueando, buscando casas de alquiler y contratando despachos y asesores. Ya han afilado los lápices de tal manera que los directores de sucursales ven en ellos las mismísimas lanzas de los coraceros. Claro que Montoro les pedirá que cambien de atuendo para despistar y hacerles la vida más segura en España, pues la plebe indignada llegará a tomar las calles. Les rogará que se vistan con camisas informales de flores y colores, pues, al fin y al cabo,  España es un país de verano y esa informalidad le va bien.

Así las cosas, consumado el rescate – que el Gobierno nunca llamara así -, viene el drama de verdad: nos tocarán el sueldo a la baja (aún más) y nos jubilaremos más tarde y con asignaciones más raquíticas. Claro que todavía no sabremos que los 100.000 millones de euros que se entregan a la banca los pagaremos todos, pues el Gobierno lo negará con vehemencia. En fin, ya queda menos para que España alcance a ser un 30/40 por ciento más pobre, es decir, pronto seremos el país de las oportunidades como ayer lo fuimos del ladrillo.

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