La Extrañeza

Todo aquello que crece al margen de la razón (o como diría Rajoy de lo normal o usual) produce extrañeza, es raro. Incluso puede resultar extraordinario. España vive las últimas semanas turbada por las extrañezas. A saber, Garzón puede ser expulsado de la carrera judicial a consecuencia de las denuncias de unos falangistas indignados porque meta la nariz en los crímenes menos conocidos de la dictadura de Franco, siendo que no pocos de ellos, sino la mayoría, fueron perpetrados por sus conmilitones más añejos. Otra, Mayor Oreja denuncia que Zapatero podría estar dando los primeros pasos para negociar con ETA, que los dos tienen fines y objetivos comunes, el principal, el de «debilitar a España». Y no ocurre nada salvo el vocerío de un día. Si Mayor Oreja hubiera acusado al presidente de ser un ladrón ¿acaso no habría sido denunciado en el juzgado de guardia?, ¿es una acusación venial la de estar engolfado con los terroristas?. Item más, el aluvión de denuncias contra curas por pederastia y otras sevicias salpica a todo el orbe católico desarrollado pero no llega a España. Parece extraño que centenares de miles de curas y monjas españoles, todos, hayan sido unos santos cuando en los siglos XIX y XX de nuestro país han tenido prácticamente el monopolio de la escuela. Y, en fin, una noticia de orden empresarial; resulta que el grupo parlamentario socialista, a instancias de presidencia del gobierno, quiere enmendar la ley de sociedades anónimas al objeto, según se denuncia, de dar ventajas a ciertos empresarios  (sobre todo a Florentino Pérez) para que amplíen poder e influencias en empresas que la ley y el talento de sus dirigentes se lo impiden. Pero lo extraordinario es que presentan la enmienda y se olvidan de defenderla, de explicar el porqué de su decisión. Se transforman en muditos. ¡Qué extraño todo!.          

 

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