Nada nuevo

Nada de todo aquello que mancha los periódicos los últimos días es nuevo. Todo se repite. Solo cambian los nombres de los protagonistas. La única novedad del momento es la profundidad de la crisis económica. Algo desconocido por todos los que vivimos. La oposición grita al Gobierno y los empresarios a los bancos. Pero nada de lo demás es nuevo. Los enésimos granujas que investiga la fiscalía anticorrupción y el juez Garzón no sorprenden a nadie. Son seres engominados, con relojes muy caros, horteras y avispados evasores. Conocen tan bien los resortes de las Islas Caimán como los despachos de Génova 13. Nada sorprendente. En los últimos tiempos hemos visto demasiados concejales y altos cargos con parecidas galas.

Los ministros y magistrados tampoco han evolucionado nada. Acuden invitados a monterías con el mismo afán y sed de placer que el corderito a su biberón de la mañana. El último ministro fotografiado entre cuernas, Bermejo, hasta se reputa ecologista a fuer de ser buen montero. Y las conjuras, las persecuciones, los linchamientos que denuncian los populares son los mismos de siempre. Cuando se encuentran en apuros no dudan en señalar con estrépito a los socialistas (el auténtico Mal) como los únicos responsables universales de sus padeceres. Tratan solo de tranquilizar a su electorado más tibio y dar munición al de toda la vida. Como cualquiera, saben que el único lugar imposible para conspirar es la calle y el campo, y entre docenas de cazadores. Pero esa partida de Peña Prieta es portada de todos los medios conservadores. Los venados y su sacrificio se han convertido en el respiro de un Rajoy en apuros. Pronto amainará el temporal que levanta las faldas de los populares. Nada nuevo.

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