
Nuestra España institucional y política es una yincana interminable: no encuentra el hueco por donde salir del enredo en el que está peligrosamente sumida desde hace demasiado tiempo. No somos (y no es consuelo) una excepción: el mundo desarrollado, y aquel que aspira a serlo, atraviesa por trances parecidos. Incluso teniendo Seguir leyendo