Los ERE: la conmoción

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Algunos colegas han relatado con tino la reacción de los ex presidentes Chaves y Griñán y otros encausados al leer la sentencia. Fue como si una bomba les hubiera estallado en la barriga. Algunos se indignaron y otros, la mayoría, se hundieron; absortos y con el alma quebrada salieron del juzgado sin atinar siquiera hacia dónde dirigirse. El fallo concluía de parecida manera a cómo acusaba la Fiscalía y azuzaba a la jauría política que viene animando “el mayor caso de corrupción de la democracia”: prevaricadores y malversadores todos, menos dos.

Pero Chaves y Griñán y tantos otros (no todos) se saben inocentes. Nunca se llevaron un euro, no se concertaron entre ellos para financiar a su partido o para engordar clientelismos. Y la misma sentencia no prueba lo contrario; pero a Griñán le condenan  a cárcel y Chaves sale tiznado como prevaricador; él, que no firmó ningún documento que llevara a concluir en este delito; que solo presidió unos gobiernos que aprobaron de forma colegiada varios presupuestos debatidos después y sancionados por el Parlamento de Andalucía.

La sentencia, el fallo de tres jueces, después de nueve años largos de furia política, fiscales agresivos y un ingente alboroto, no viene sino a concluir lo “que ya había sancionado la calle”: se confabularon para delinquir. Pero los presidentes y otros muchos saben que es incierto, que sufren un trato – antes político y ahora judicial – injusto. Y la mayoría de los andaluces – incluso los que hacen grandes aspavientos de condena – también. Pero el fallo es letal, casi un corta y pega de las conclusiones sumariales de guardia civil y fiscales. Nutre el ambiente de antipolítica que nos asfixia y los jueces crecen convertidos en el látigo que más cruje contra la corrupción.

 

«No hubo, por tanto, enriquecimiento ilícito de los ex presidentes.»

 

Claro que aquí no han aparecido sobres, ni cuentas en Suiza u otros paraísos fiscales, ni siquiera fajos de billetes bajo la baldosa. Todos estos extremos se han comprobado. No hubo, por tanto, enriquecimiento ilícito de los ex presidentes y otros altos cargos encausados. Pero un fino analista político, que prefiere no dar su nombre, concluye que “tan acostumbrados como estamos a ver u oír en los noticiarios (también en prensa y redes) cómo políticos y empresarios se lo llevan calentito, este caso parece increíble, porque ¿quién se cree que no se han llevado un euro?” Esa es su losa más pesada.

No se ha probado que se quedaran siquiera con la propina de esos 680 millones destinados a “ayudas fraudulentas”, pero las grandes lumbreras de la demagogia y la intoxicación se apresuraron nada más conocer el fallo a exigir que devolvieran el dinero robado. ¿Quiénes han de hacerlo, los que lo recibieron como salario consecuencia de los muchos ERE? ¿Los bufetes de abogados que gestionaron y vigilaron la legalidad de los procedimientos? ¿Las mutuas implicadas? ¿El empresario que, a pesar de sus esfuerzos, sin embargo, no pudo levantar el negocio con la subvención obtenida?

Ojalá el Tribunal Supremo venga a reconducir un fallo tan radical como endeble jurídicamente. Ya el magistrado Barreiro, que entendió del asunto al diligenciar sobre los ex presidentes y otros aforados del caso, señaló que ni Chaves ni Griñán habían intervenido directamente en la adjudicación de ayudas, ni nunca conocieron que se había entregado dinero público a terceras personas para su lucro.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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