Es asombrosa la cantidad de patrañas que se inventan -e incluso terminan por hacerse creíbles- acerca de nuestra alimentación, formas de vida saludable, acicalamiento, belleza y estilo. Gran parte de ellas vienen avaladas por “estudios científicos” dictados por afamados profesionales de variadas especialidades, recomendados por creadores de moda e “inventores de belleza” de la élite. Son tantas las mentiras acumuladas y el rosario de daños que vienen produciendo, que hasta los mismos propaladores sensacionalistas que las hicieron correr por todos los medios a su alcance, comienzan a preocuparse por el destrozo producido y, en algunos casos, incluso tratan de dar marcha atrás arrepentidos. De manera sosegada, parece que pautada y constante, grandes grupos de comunicación, a través de sus altavoces especializados preferentemente en la red, mandan recados “llenos de sentido común”. Ahora resulta que es necesario volver a comer en familia, pues sus beneficios y aportes generales tienen tanto efecto o más que las mejores vitaminas; que el ejercicio excesivo está convirtiendo nuestro esqueleto en un osario poco compatible con la vejez tan larga que se nos anuncia; que la veganía extrema y constante descoyunta el ritmo natural de nuestro cuerpo; que el exceso de difusión de los resultados de un cientifismo falso y chapucero nos está confundiendo hasta extremos de espanto («¡Una copa de vino equivale a ejercitarse una hora en el gimnasio!», por ejemplo). Aparecen, en fin, medidas para contener esas mentes creativas que convierten la composición de un yogurt en pariente del elixir que contiene el Santo Grial, y un detergente en la salvación medioambiental del río moribundo entre espuma. Y hasta algunos escriben que, por favor, vuelva el sentido común. Pero, ¿recordamos a estas alturas que es eso que llamábamos sentido común? ¿Seremos capaces de modificar nuestra creencia de que el consumo de chocolate nos excita sexualmente? ¿Que la ingesta abusiva de vino lleva a la lucidez mental y creativa? ¿Que la patata frita (incluso la glorificada de McDonalds) no engorda? Desde ese exceso barroco y loquísimo que son los grandes lineales de los supermercados; los atestados retablos de botellas de nuestras coctelerías; la redundancia en el lujo de las grandes tiendas/galerías de arte donde las firmas de gran renombre exhiben sus creaciones, se pretende caminar hacia otras maneras más recatadas y austeras; de apariencia más razonable, sensata y menos derrochona. Con toques medioambientales: fuera plásticos, adiós aditivos, etiquetas claras y ciertas; más información y menos propaganda y publicidad “emotiva y soñadora”.
El nuevo consumidor
Dicen -y podría ser cierto- que el consumidor nuevo lo desea así; no más superchería colorista, no más alimentos cargados en exceso de grasas, azúcares y aditivos con nombres de personajes de la Guerra de las Galaxias. El plástico que inunda los océanos atranca también la conciencia de millones de humanos, como sobrecoge la deforestación creciente y la contaminación de ríos para que “comamos y bebamos, nos vistamos y disfrutemos de millones de selfies al día”. Será por todo ello que cada vez se pide más agua del grifo en bares y restaurantes; que éstos comienzan a hacer acopio de jarras de vidrio ya extinguidas, y que la industria que no está dispuesta a cerrar sus naves y talleres de producción esté repensándolo todo. Y todo tiene que partir por la enseñanza, el aprendizaje y la escuela. Bienvenidos sean los reaparecidos maestros reales que recuperan el Catón que, por muy difícil que parezca, ayudará a desterrar la sólida creencia de que el mejor remedio para quitar la resaca es una buena pinta de cerveza, o que la gloria es conducir un BMW por una carretera en el desierto, mientras la brisa te eriza el bello del brazo. Sí, algunos parecen empeñados -alabados sean- en que volvamos a poner los pies en la tierra cuando la mayoría de los humanos se ha olvidado de qué es eso. |
Fotografía: Paula Nevado
PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado