La basura de la memoria

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

En los primeros meses de la Guerra Civil española los jóvenes fotógrafos Robert Capa y Gerda Taro llegaron desde París para cubrir el gran acontecimiento de sangre. Con el tiempo dejaron las imágenes que identifican aquella lucha fratricida en todo el mundo; aunque ellos nunca estuvieron satisfechos del todo de su trabajo, pues sus cámaras no podían capturar «toda la guerra» y su pléyade de acontecimientos feroces necesariamente noticiosos.

Así que se tuvieron que conformar con algunas escapadas a los frentes del sur (Córdoba), el Ebro, Teruel y esos días en los que ejército de Franco llegó hasta Amposta «rompiendo las montañas». También Madrid, casi todo en Madrid: la universitaria, el Jarama y Brunete donde todo acabó para Taro. Pero, ¿constituyeron sus fotos la imagen de la guerra española? En realidad, no, pero gran parte del mundo la hizo suya.

Hoy ya no somos captados por los objetivos de los Capa y Taro, incluso si los acompañamos de otros fotógrafos estupendos: Centelles, Casariego, Alfonso, Santos Yubero…, son decenas de millones las cámaras que fotografían el latido del mundo. Sin embargo, no llegamos a obtener la imagen precisa de su estado; si acaso atisbamos la impresión de una rara macedonia a todo color, eso sí.

De igual manera se puede hablar del alud de noticias con el que nos entierran todos los días los informativos y las redes sociales. Soportamos no menos de diez o quince noticias de primer orden, algunas de ellas proyectadas como puños sobre nuestros ojos y conciencias. Son tantas que no las podemos ordenar y menos aún valorar. Se convierten, así, en un estorbo molesto con el que es imposible convivir y al que hay que barrer y depositar en el lugar reservado para la basura en nuestra memoria.

Todo esto ocurre en el mundo que se nos asemeja y singularmente en España. Son incontables las redadas policiales de notables; la sospecha de que vivimos en una charca de ranas se generaliza y el estrés político a causa de la cuestión catalana alcanza cotas tales que avizoramos ya ese día en que todos los españoles, incluidos los catalanes, miraremos hacia la ciudad de Barcelona con la aprensión aterradora de quién vio por primera vez la película Psicosis.

Hace unos días un ex banquero conocido – convertido en tal por una decisión política- pero con un desempeño financiero notable (y tramposo al cabo) se suicidó con un disparo de rifle, y el Congreso de los Diputados dictaminó que el exministro del Interior, Fernández Díaz, y su segundo valiéndose de unos mandos policiales «obstaculizaron la investigación de los escándalos de corrupción que afectaban al PP y persiguieron a sus adversarios políticos». Y en dos días veremos al presidente del gobierno y del PP testificar en un juzgado sobre ese caso de corrupción llamado Gürtel.

Luego vendrá agosto y las carreritas matinales, el pulpito y el gin tónic de la noche. Septiembre llegará con el olvido puesto. Pero ¿todo? No, queda, en reposo, el basurero de nuestra memoria, las imágenes y bases de datos en sus archivos y los papeles de las hemerotecas. El trabajo de los futuros historiadores será ingente.

A PAULA NEVADO, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo.

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