El camino emprendido de manera silenciosa, pero muy rápida, por la dirección socialista comienza a desvelarse: le llaman ser útiles. Su salvavidas es ahora ayudar a un gobierno en minoría poniéndole condiciones razonables -incluidas en su programa electoral – para que salgan adelante los presupuestos del Estado del próximo año y se desmochen las torres más bárbaras que levantaron los populares la pasada legislatura de crisis, recortes y rodillo parlamentario.
Se detiene la aplicación de la Lomce y anuncian que se dan seis meses para explorar un pacto de Estado en materia de educación; caerán los artículos más obscenos de la llamada ley Mordaza (a la cárcel por un insulto o la publicación de una foto); se fija el techo de gasto público sin que haya más recortes sociales creando nuevos impuestos y ¡milagro! se incrementa el salario mínimo en el 8%, esa bicha que nuestros liberales quisieran ver enterrada porque nadie, salvo el mercado, puede fijar un mínimo salarial para todo el mundo.
Los socialistas (habría que disculparles pues vienen de su peor racha desde la legalización en 1977) pronto han enseñado los dientes de la sonrisa; aunque no todos. El Presidente de la gestora, Javier Fernández – sensatez y experiencia – permanece callado. Sabe que el camino de regreso a parecer lo que un día fueron es primo hermano de la quimera. Les queda, eso sí, orgullo y pundonor. Por ello han incluido en las hiladas de posibles acuerdos con el gobierno y otras fuerzas políticas tanto borrar lo más sangrante de la reforma laboral del PP (el trabajador como principal estorbo), como poner la señal de stop al deterioro de nuestro sistema sanitario. Y algo más: entrar de verdad en la harina del problema catalán abriendo, si es el caso, el melón constitucional.
Parece demasiado menú para estómagos tan maltrechos, mas, poniendo todas las cautelas del mundo, lo cierto es que lo anterior viene ocurriendo y en muy pocos días.
Al PP le viene de perlas esta conversación en la penumbra, y a los socialistas estas pequeñas conquistas le dan la vida. Por una vez, y en demasiado tiempo, parece que unos y otros se otorgan unos gramos de generosidad entre tantos kilos de interés partidista, despecho y, en ocasiones, odio. Habrá que estar esperanzados, pero sobre todo muy atentos a las cuitas de nuestros políticos más responsables (¿existen de verdad?) los próximas semanas. Porque todos juegan con más de una baraja y algunos de ellos son tahúres profesionales. Al PP -quien lo diría- lo puede blanquear un PSOE en mínimos y, a este partido, las urgencias de Rajoy, ayudar a salir del agujero.
Claro que a este proceso ayudan un partido como Ciudadanos, desquiciado y casi sin rumbo, al que el PP ha maniatado sin cabo ni argolla, y un Podemos dividido y con su primer líder tirado al monte de las protestas antisistema. A poco que esta política de entendimientos concretos y pasos adelante cunda (cosa harto difícil en todo caso) volverán las denuncias sobre la vuelta del bipartidismo. Pero, ¿retornarán también ellos con sus proclamas de limpieza total y los quinceemes salvadores? Todos empezamos a leer rápido los nuevos mapas políticos que se dibujan en España, no solo los que se tienen por muy listos.
De acuerdo con reservas. Esta postura está por ver a quién beneficia más; yo creo que va a ayudar mucho más al PP, le va a dar confianza y sobre todo a sus electores y a los indecisos que verán suavizadas las medidas más radicales de la anterior legislatura.
En el PSOE seguirá la división sobre lo que hay que hacer, como y quien debe hacerlo. Y hasta que no se celebre el Congreso no empezará a despejarse el nublado.