El debate de investidura frustrado de Pedro Sánchez ha rebelado en toda su dimensión la ambición de Podemos y el fin último de sus tácticas (incluido el beso): arrinconar al PSOE, junto a Ciudadanos, en los predios del PP y quedarse ellos como dueños absolutos del espacio que hasta ahora venía ocupando la izquierda, el centro y otros damnificados. Lo que de verdad le interesa es que el PP logre convencer a los socialistas de que junto a Ciudadanos formen un gobierno «de salvación nacional». Entonces los chicos de morado ya dispararían al bulto: a la oligarquía, la casta y la cal viva.
Iglesias tiene un monumental ataque de soberbia y una prisa enorme. Rompe con el PSOE demasiado pronto. No quiere entretenerse por más tiempo en una guerra de guerrillas con los mindundis de Ferraz que tanto le aburren. Va enfilado hacia la primera batalla de su lucha final, que debe de resolverse en unas nuevas generales el 26 de junio próximo.
Él y muchos de sus conmilitones en movimiento creen a pie juntillas las profecías de no pocos pensadores de la izquierda -y otros muchos activistas de la pluma- que anuncian que el capitalismo tiene los días contados. Sin ir más lejos, durante la pasada semana el periodista británico Paul Mason trató de dar publicidad en España a su nuevo libro donde anuncia que «La época dorada del capitalismo ya es historia». Iglesias lo cree también y quiere acelerar el óbito. Como de igual manera conoce que la UE se desliza hacia el populismo y el autoritarismo, empezando por las alambradas en las fronteras que reaparecen de nuevo. De ahí que vuelva a insinuar la salida española del euro y utilizar cada día con más profusión la palabra nación.
La extrema izquierda casi siempre cree que se dan las condiciones objetivas para el asalto de los estados capitalistas. Los padres políticos de Iglesias pensaban en los sesenta/setenta que después de Franco estaríamos cerca de la dictadura del proletariado. Ahora también él debe soñar con algo parecido. Interpreta los graves errores del neoliberalismo, que empujan al trabajador europeo a la pobreza, como una enfermedad letal del capitalismo, cuando la verdaderamente terminal, y a punto de ser derrotada, es la izquierda democrática.
Porque Podemos -ya lo señaló Iglesias- no es de izquierdas ni derechas sino un movimiento político que busca atraerse a todos los damnificados de la crisis (la gente) con la promesa de darles voz y poder y asegurarle una subvención dentro de la inmensa pobreza a la que llegaremos.
Coincido en tu comentario plenamente, pero en mi opinión, podemos, no han valorado que a pesar de los problemas, las penurias y la miseria en la que estamos, la gente tiene más conocimiento y cultura para discernir los extremos.
Me gusta tu enfoque pero creo lo mismo que dice Juan el pueblo español no es tan iluminado como el se Iglesias en los 40 años de democracia se ha votado con mucha cordura