Crisis en la televisión de las cocinas

Teresa Muñiz. Espiral integrador.Óleo sobre tela.190x190
Fotografía: Teresa Muñiz. Espiral integrador.Óleo sobre tela.190x190
Teresa Muñiz. Espiral integrador.Óleo sobre tela.190x190
Teresa Muñiz. Espiral integrador.Óleo sobre tela.190×190

Parece que los programas de cocina en las televisiones embarrancan. ¡Ya era hora! Entre el verdulerío de los Sálvame!, la vacua vocinglería política de las tertulias y las carreras de aspirantes a pinches ilustrados por llegar los primeros con la salsa alí olí, habíamos agotado los bostezos. ¡Qué televisión tenemos, Dios mío! Es tan soporífera y rastrera que nos arroja en brazos de Juego de Tronos, House of Cards, True Detective… Estamos abocados a la televisión de pago, al colegio de pago, la sanidad de pago, el fondo de pensiones de pago, el fútbol de pago…

Al cocinero más trotón y gordezuelo de la tele, el multireincidente Chicote, parece que lo han cogido en el renuncio de «emitir desde Tailandia» cuando ni siquiera había sobrepasado Morata de Tajuña, y a David de Jorge tan risueño, tan simpático, tan magnífico cocinero y divulgador, ¡El rey del guisante!, no le salen los números, tampoco a la productora y la cadena no alcanza sus expectativas de share. La salsa de tomate, pues, pincha y son muchos los sabores que no nos hacen ya soñar.

Master Chef, por su parte, cada día se parece más al antiguo correccional para niños díscolos o descarriados que a una academia/concurso de cocina. ¡Si sólo falta que abofeteen a los chicos en directo! Porque todo lo demás ya ocurre: broncas, befas, humillaciones, desplantes… Vamos que aquello parece la primera parte de La Chaqueta Metálica. ¿Se educa de esta manera ahora, o es que esta gente ha adoptado un método importado de las viejas academias chinas de canto y baile? Las caras supuestamente dramáticas que pone en ocasiones la Vallejo-Nájera (no, su apellido nada tiene que ver) calcan el rictus de la vileza.

Lo anterior no es posible en el día a día de los aprendices del cura Lezama, o de ese hotel de lujo en el que se van a hacer cien servicios diarios de 100€ de media, o las largas horas de charla y discusión -inventando y probando- en las tibias mañanas de vacación de Aduriz, Paniego o Sandoval, por ejemplo. Sí, que vayan echando los telones esos teatritos de mentira y escaparates de exposición de productos, marcas y personas en venta.

La noche del miércoles pasado, José, alumno de una escuela de hostelería discreta, que hace unas horas de práctica y trabajo en El Colmao de Chema de la calle Alburquerque, de Madrid, nos preparó a un grupo de familiares y amigos, a su manera, y según nuestro aire, el siguiente picoteo a modo de cena: una longaniza, sobre su madera, junto a un cuchillo largo y recién repasado por el afilador, con su bolsa de panecillos livianos y crujientes, una botella de tinto de Montsant joven y buenísimo; dos ensaladas de tomate rosa con ventresca de atún regadas con oliva virgen de arbequina de Les Borges, liga de pato con fuet deliciosa, habitas con jamón, algunas copas de verdejo y agua; de remate un postre mínimo a base de dos tartaletas de queso con higo y una mermelada de mango.

Este chico se esfuerza como un galeote, y cuando no acierta nadie le escupe: la mayoría le ayuda a mejorar. Y siempre sonríe, aunque en ocasiones casi no llegue a tiempo de tomar el último metro.

Recientemente se ha publicado Pan Soñado, el libro de Pepe Nevado y Teresa Muñiz que reúnes d máe s en este blog desde que comenzaran su colaboración hace ya dos años.  La primeracincuenta artículos del periodista y otras tantas pinturas de la artista publicado edición de Pan Soñado se acompaña de un disco grabado en exclusiva porTangoror

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