El poder de la marca

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, la noche de las elecciones europeas (25/05/2014)
Fotografía: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, la noche de las elecciones europeas (25/05/2014)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, la noche de las elecciones europeas (25/05/2014)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, la noche de las elecciones europeas (25/05/2014)

Es evidente que Podemos trata de embridar con sus círculos de titanio a todas las fuerzas y movimientos políticos organizados a la izquierda del PSOE. Lo viene ejecutando con determinación y rapidez extremas. En pocos meses ha desquiciado a IU, que se deshace, y somete a grupos nacidos contra los desahucios de viviendas y otros movimientos sociales, sean estos mareas blancas, verdes o rosas, exhibiendo para ello su irrupción electoral en las europeas y, ahora, esa fenomenal marcha de Madrid (150.000 personas).

Pero más allá de los datos y los éxitos hasta ahora obtenidos, bien magros la verdad, su gran motor para forzar el aglutinamiento de toda la izquierda bajo su paraguas es la marca Podemos. Burla burlando, con la ayuda de unos, PP y algunas televisiones, los errores de otros, PSOE sobre todo, y la indignación general de clases medias y populares, Podemos se ha convertido en un fenómeno social de éxito y una marca muy poderosa. Es tan sugestivo su poder que, sin haber ganado realmente nada, sin sede y cabalgando sobre una organización que se ajusta rodando a toda máquina, se permite vender moralidad y nuevas formas de vida pública y ciudadana saludables. Y como las grandes marcas comerciales (piense en cualquiera de ellas), ocultan ideas y programas bajo las nubes felices de las palabras y la fe. Hablan de pueblo y ciudadanos, España y patriotismo. Y pronto se cuadrarán ante la bandera roja y gualda que izó un militar en solemne acto castrense.

Al observar estos movimientos de absorción (y rapiña) política de la gente que se enfrentó a la crisis y sus responsables desde la calle, uno cae en la cuenta de que los venerados (?) generales de la derecha e izquierda política reciente en España, Manuel Fraga y Alfonso Guerra, fueron unas criaturas. El señor de Perbes tardó casi dos décadas en unificar a las derechas españolas en torno a las siglas de un PP, que luego entregó a Aznar para que disparara contra Felipe González con su cañón sin retroceso. Guerra debió medirse en unas elecciones generales para, después de obtener el PSOE 121 diputados, atraer a la mayoría de socialismos patrios hasta su redil. Hoy, Podemos pretende realizar toda esa tarea en unas semanas apoyándose en el valor de su marca.

(Así que pase un tiempo, Monedero relatará este momento histórico en un largo y académico texto que pretenderá hacerlo competir con el mismísimo Manifiesto Comunista, en cuanto a enseñanzas, y a la Larga Marcha de Mao, en cuanto a esfuerzo y heroísmo).

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