Partidos estresados

Aznar y Rajoy en la Convención del PP. EFE
Fotografía: Aznar y Rajoy en la Convención del PP. EFE

¿Qué diremos de aquel que invita a su casa en la cena de Nochebuena a familiares con los que no se habla o está fuertemente enfrentado?. Que no está bien, que se ha equivocado o algo aún más grave: que a pesar de todo los necesita. Esta última parece haber sido la causa por la que Rajoy ha llamado a Aznar y Esperanza Aguirre para que intervengan en la Convención Política del PP, que terminó ayer en Madrid. Necesita del furor derechista del uno y el liberalismo de hierro de la otra para volver a atrapar el voto ultra de su electorado tan irritado con el partido de la gaviota. Rajoy tragará carros y carretas. Ante el voto no existe el orgullo.

En el costado de la izquierda, los socialistas pretenden salir de su desconcierto internándose una vez más en el laberinto de buscar nuevo líder. ¿Pero no fue sólo hace unos meses cuando eligieron, mediante voto individual de sus militantes, a Pedro Sánchez secretario general?. Han debido advertir (cosa que parece) que el nuevo jefe de Ferraz no tira, y han decidido reinventarse empezando por anticipar elecciones en Andalucía y, a partir de sus resultados, volar sobre Despeñaperros hasta Madrid, ciudad en la que su potente dirigente Susana Díaz tiene más apoyos de los que nadie pueda imaginar.

Las alternativas a los dos grandes, Pablo Iglesias y Albert Rivera, tan coronadas de futuro, tampoco van finas en eso de ser previsibles y transmitir seguridad. Iglesias ha pasado en semanas de «quemar iglesias» con la palabra, a reunirse en secreto con Bono, tan católico él, buscando quién sabe qué. Y Rivera, un político con un pico tan afinado que más bien parece sólo un charlatán, muda de niño a las faldas del duro PP anticatalán y españolista, y compañero de viaje de las asociaciones de víctimas del terrorismo en la órbita de este partido, a socialdemócrata, aunque sea desteñido.

Lo que preocupa no es tanto que depararán las mudanzas electorales en el PP y el PSOE (ambos saldrán bien heridos) sino qué harán las alternativas así que estén en posición de poder. En ninguna de ambas formaciones se aprecian las luces largas. Al menos la presidenta de Andalucía se aferra al centro político con la determinación y fiereza que la loba defiende a su camada. Nadie sabe por ahora qué cosa defienden los nuevos que llegan más allá de un ruido mezclado con esperanzas.

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