Podemos, el centro

Carolina Bescansa, Vicenç Navarro, Pablo Iglesias y Juan Torres en la presentación del documento marco sobre el programa económico de Podemos.- EFE
Fotografía: Carolina Bescansa, Vicenç Navarro, Pablo Iglesias y Juan Torres en la presentación del documento marco sobre el programa económico de Podemos.- EFE
Carolina Bescansa, Vicenç Navarro, Pablo Iglesias y Juan Torres en la presentación del documento marco sobre el programa económico de Podemos.- EFE
Carolina Bescansa, Vicenç Navarro, Pablo Iglesias y Juan Torres en la presentación del documento marco sobre el programa económico de Podemos.- EFE

Lean lo que sigue: España «está en situación de emergencia (…) creemos que en una coyuntura tan grave y difícil como ésta hay que actuar con una gran dosis de pragmatismo (…) más adelante vendrán los cambios estructurales (…) un cambio político como el que supondría la llegada de Podemos al gobierno produciría una reacción de los mercados (…) hay que garantizar la mayor estabilidad política, generando la máxima certidumbre y confianza en la gestión».

Todos diríamos que se trata de la síntesis de un discurso de partido conservador. Pero no, es la parte nuclear de la apuesta económica (que es sobre todo política) hecha pública por Podemos el pasado viernes.

Otra vez el movimiento en red liderado por los jóvenes profesores de políticas viene a desconcertarnos. Los que sólo ayer venían «a cambiar el régimen del 78» y barrer a la casta, sitúan su nuevo discurso político a la derecha del PSOE. Y algo más lamentable: apuestan por una socialdemocracia superada por la historia y, por tanto, impracticable. No es el tiempo de los grandes estados impulsores de fuertes políticas públicas apoyadas en bancos estatales e incentivos millonarios a la industria, sino el momento de producir más y mejor en un contexto de apertura global para llegar a ser competitivo y redistribuir la riqueza.

El PSOE debería estar contento, el PP algo más aliviado y los seguidores más acérrimos de este movimiento político, que no es otra cosa que la materialización de un gran malestar, muy preocupados. Nuestros «nuevos bolcheviques» se avienen «a los intereses de la burguesía» un año antes de entrar en el Parlamento, y cuando aún nadie sabe si serán ocho u ochenta en en palacio de La Carrera de San Jerónimo. Si Lenin pudiera dirigirse a ellos en una asamblea de círculos les imprecaría con algo parecido a ¡Mencheviques de mierda!

Pero no se dará el caso. Ni aquí, ni en el resto de Europa se recuerda a Lenin, ni falta que hace. Lo que extraña es un giro tan radical y poco meditado en el discurso de Podemos. Lo único que sí está claro es el interés por acercarse a un 30% del voto que les puede llevar al gobierno. Ocurre, no obstante, que de paso frustrará no sé qué porcentaje de seguidores que, decepcionados, se apearán de este círculo radical.

Pronto tendrán que hacer nuevos cálculos y volver a customizar el mensaje. Me temo que nuestros jóvenes políticos «más limpios» han entrado pronto en la cenagosa charca del tacticismo político. Es decir, orillar ideas e ideales para escalar en el poder.

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