Huir de la mentira

Poesía 70 revolotea por el aire de Granada. Obra de Claudio Sánchez Muros.
Fotografía: Poesía 70 revolotea por el aire de Granada. Obra de Claudio Sánchez Muros.
Poesía 70 revolotea por el aire de Granada. Obra de Claudio Sánchez Muros.
Poesía 70 revolotea por el aire de Granada. Obra de Claudio Sánchez Muros.

El remanso vacacional navideño dispone siempre de un tiempo con alma para el recogimiento y la fábula. Descansar es también tratar de descorrer las cortinas que velan los lugares más secretos, sean estos jardines o corazones. Para ello el hombre inventó el teatro: la plaza donde se ventila la vida con mayor intensidad que en la alcoba o en la guerra. La palabra y el gesto donde se recrea al mundo. Como el teatro de Claudio Tolcachir, una aventura en la búsqueda de otra cosa, lo imprevisto o lo obsceno, y en donde el actor lo es todo. Quien no sea muy bueno o «no se exija hasta el crujimiento» no vale.

El invierno, que corre por los arroyos, según Alberti, dibuja «los árboles más negros», aunque también llega de la mano tibia de Juan Ramón Jiménez que se pregunta desvalido: «¿Dónde se han escondido los colores en este día blanco?». Y otro grande, Camus – al que releo en el centenario de se nacimiento -, lo resuelve con la dulzura del enamorado: «El domingo me costó despertar y fue necesario que Marie me llamase y me sacudiese (…) Me sentía completamente vacío (…) Tenía el cigarrillo un gusto amargo. Marie se burló de mí porque me veía con «aire de entierro«. Llevaba un vestido de tela blanca y se había soltado el pelo. Le dije que estaba muy guapa y se rio complacida».

Sí, el extranjero, ese hombre que somos todos y que nunca nadie lo notó tanto como Luis Cernuda, aquel «ruiseñor sobre la piedra» que recitó: «Porque me he perdido/ En el tiempo lo mismo que en la vida/ Sin cosa propia, fe ni gloria/ Entre gentes ajenas/ Y sobre suelo ajeno/ Cuyo polvo no es el de mi cuerpo».

Estas fiestas también acarrean emociones de ficción, o sea, conmociones auténticas que te hacen reír o tiritar, como ese relato en primera persona del adolescente creado por Richard Ford para edificar su extraordinaria novela, Canadá; la radiografía de la destrucción de una familia: «Nuestro padre bajó los ojos y se miró las sandalias de goma y los pies desnudos, y sacudió la cabeza y dijo: No, no, no».

Cada cierto tiempo (cada vez más a menudo) conviene huir del ruido de las máquinas del poder y el entretenimiento para aliviarnos del salivazo de sus mentiras. Porque el año arranca con los cañones de la propaganda y el fingimiento dispuestos a tapar los cielos con sus humos. Por que sí se consolida el eslogan «salimos de la crisis», pronto se cincelará «aquí no ha pasado nada». Eso, pelillos a la mar.

2 comentarios en «Huir de la mentira»

  1. Pues el final tras la poesia de su introducción es lo relevante, porque, ¿es que aquí ha pasado algo? sólo que estamos saliendo del fondo de la fosa de Mindanao cuando se nos había enseñadso las cumbres del Everest como objetivo al alcance de la mano y que en la cárcel sólo están los que han estafado a los ricos y por lo demás si no ha pasado nada, ¿qué responsabilidad cabe exigir?

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