Televisión a negro

Protesta de trabajadores de Canal 9
Fotografía: Protesta de trabajadores de Canal 9
Protesta de trabajadores de Canal 9
Protesta de trabajadores de Canal 9

El cierre de la televisión valenciana, Canal Nou, ha resultado ser un acontecimiento tremendo por la radicalidad de la decisión del gobierno de Fabra (todos a la calle), el volumen de trabajadores fijos afectados, 1.600, más millares de inducidos, y por la evocación que trae ¿qué pasará con el resto de canales autonómicos aplastados todos por la crisis, la deuda acumulada y el miedo?.

Estas torres, llamadas televisiones autonómicas, que pretendían tocar el cielo, han empezado a ser demolidas y sus moradores pasados a cuchillo como ocurriera en las ciudades antiguas vencidas tras un asalto. Ni el consultor más lunático pudo prever desenlaces de este calado. ¿Qué ha pasado para que se llegue a tanto furor?. Demasiados errores durante demasiados años, calderadas enormes de megalomanía política, cobardía extrema a la hora de tomar decisiones e incapacidad, inutilidad máxima de gestores y responsables políticos.

La realidad de que una radiotelevisión pública, con sus numerosos canales por Comunidad Autónoma, millares de trabajadores y deudas voluminosas en constante expansión, era una bomba de racimo sobre nuestras cabezas, se conocía por los que estaban en el ajo, y más lejos, desde hace mucho tiempo, incluso en esos años del oro cuando fuimos el país del mundo donde más crecía la publicidad.

Pero nadie hizo nada, o muy poco (Andalucía, al menos, limitó de manera severa el endeudamiento de Canal Sur). Al contrario, la mayoría continuó creciendo en personal y presupuesto al mismo tiempo que decaían las audiencias medias. Porque cuando se escriba la historia de estas teles, ocupará primerísimo plano una certeza: a mayor partidismo menores audiencias. Los políticos tan ávidos por meter mano en los informativos de sus teles, sin embargo, fueron incapaces de detener – o llevar a espacios razonables – el crecimiento inmotivado de estos monstruos. No se atrevieron. Como les dio miedo hacer más razonable el gasto sanitario, o la expansión de la universidad pública, la extensión extrema del Ave, las grandes redes de telecomunicaciones…Ahora se han acabado los políticos, ahora gobiernan los taladores que viéndose incapaces de gobernar el bosque lo incendian.

En cualquier caso, y antes de que la inevitable motosierra llegue a Canal Sur, Tv3 o la gallega, por ejemplo, bien les vendría un adelgazamiento ordenado para seguir vivas y útiles. Una empresa que el coste laboral incluso llegue a alcanzar el setenta por ciento de su presupuesto no es viable ni aquí ni en Corea del Norte. Pues, ¿si no hay dinero para programas de qué vale una televisión?.

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