Parte de Bajas

Recuerdo ahora a un actor del grupo  teatral Castañuela 70 irrumpiendo en el escenario y proclamar: «Señores, al fin se acabó todo», y justo después comenzaba el espectáculo. Los resultados de la última EPA conducen a estos saltos de la memoria. Va a hacer un año que Rajoy ganaba las elecciones y proclamaba que se había acabado el pasmo Zapatero; pero no era tal: comenzaba su tristísima función, su puesta en escena hasta los  confines mismos del paro. Desconocemos si otros harían las cosas de manera menos imperdonable, pero lo cierto es que el gobierno actual no da una.

Mires por donde mires ves siempre al mismo enano atrapado en la niebla y tires del cabo que tires nunca acabas de sacar la cuerda. Esta penosa gestión pública se paga, sin embargo, con un sueldo, pero a los gobernados no les llega casi miaja. Hasta al mismo ejecutivo comienza a  preocuparle que la gente tundida no se les tire al cuello gritando por las avenidas. Pero aún piensa que quizás sea la economía sumergida, o la familia o que emigran o por lo que les llega de acá y allá, quienes los calman y detienen. Algunos, ja, escriben que esta paciencia se debe a nuestra madurez democrática. Pero algún día las gentes en masa rotularán un único eslogan y a algunos les darán unas ganas enormes de salir corriendo. Porque el único horizonte que alcanzamos a ver, tras la niebla de la persistente depresión económica, es un muro de mayor austeridad y recortes. No obstante, para conformar, ya avisan de que cuando los mercados se enteren de nuestros recortes «que llegan a pelar los huesos», serán más clementes y no mantendrán tan corto y alto el crédito. También se nos consuela con que el paro no subirá mucho más porque son legión los españoles que hacen la maleta de la emigración. Así que algo es algo.

Y mientras esta comedia esperpéntica se desarrolla en el pudridero, el partido del gobierno sigue ganando elecciones en tanto que la oposición socialista y sindical se desangra cual parturienta abandonada por las comadronas. Puede resultar incluso que los que nos dedicamos a pensar sobre la cosa pública estemos equivocados y acierten los electores. Nosotros, al fin y al cabo, también hemos perdido la cuenta de tantas bajas.

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