Alemanazo

Merkel y Cameron
Fotografía: Merkel y Cameron
Merkel y Cameron
Merkel y Cameron

Políticos y prensa española celebran la última cumbre europea como si se tratara del renacimiento de Europa o el principio del fin de la crisis. El grave tropiezo del «no» británico lo despachan como un error de Cameron que contribuirá al aislamiento político y económico del Reino Unido. Sin embargo, no todo es tan claro como quieren hacer ver.  Lo único cierto es la determinación férrea de Merkel. Ha visto en la debilidad extrema de la mayoría de los estados europeos la oportunidad de reintentar el viejo sueño alemán de hacer una Europa a su medida, o sea, una Europa alemana.

Los acuerdos comunitarios del viernes 9 tienen esa inspiración. La exhibición de florete de Sarkozy solo vale para dar color a un edificio cuyo proyecto de construcción lo han realizado políticos de Berlín y banqueros de Frankfurt. Es verdad que el ideal de los viejos europeístas se reconoce en el olor de algunas de las decisiones adoptadas ahora, sobre todo la clara disposición a ceder soberanía a la UE. Sin embargo, las naciones europeas se despojan de competencias asustadas por la amenaza de una quiebra de la unión monetaria que Alemania se encarga de atizar todo el tiempo.

Los europeos no saben cómo salir de la crisis de la deuda y el euro salvo Alemania que, con determinación y audacia, se está llevando el gato al agua. Porque ha conseguido poner firmes a casi todos para modificar los tratados europeos en la línea de austeridad y  orden que tanto le gusta. Pero a los problemas del momento no les ha dado solución cierta, al no garantizar la intervencion del BCE en apoyo de la deuda pública más dañada y no aumentar las dotaciones para neutralizar la inestabilidad de la deuda soberana o la capitalización de bancos tocados.

El episodio británico solo es entendible en clave política. El viejo imperio ultramarino es el único que se atreve a decir «no» a la poderosa Alemania. En el continente la mayoría piensa que los tories se han equivocado pero en éstos pesa más el orgullo y la city que las machadas prusianas. A no pocos políticos que entregaron jirones de soberanía este fin de semana les hubiera gustado tener la determinación de los ingleses.

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