El problema no son las medidas que está decidido a tomar el nuevo gobierno, sino cuál será el grado de resistencia social ante las mismas, o dicho de otra manera, cuál será la magnitud del rechazo y la protesta que las mismas provoquen. Todos los amigos del inminente gobierno preguntan lo mismo: ¿Qué crees que pasará tras lo que va a pasar?. ¿Serán protestas a la griega, vilolentas, o a la portuguesa, pacíficas?. ¿Estallarán algunas ciudades como ocurrió en Londres el verano pasado o no se llegará a tanto apocalipsis?. ¿Serán los socialistas unos buenos chicos o se decidirán por el camino de después de perdidos al río?. ¿Veremos unas CC OO pragmáticas o telúricas?.
Ésta es la única preocupación del momento: la magnitud de la respuesta ciudadana. Por tanto, debemos de pensar que lo sustantivo de la acción del gobierno vendrá de la mano de la podadera (o de la motosierra, quizás). Si reparamos en lo que viene ensayando la señora Cospedal en su Barataria muy real, podemos concluir que no hay más cáscaras, que no hay otras recetas que las ordenadas por Merkel ( ajuste fiscal) y los neocon/faes: privatización incluso del aire. No se les advierte a los nuevos dirigentes de lo público el más mínimo atisbo de duda sobre si lo que se viene practicando, y se pretende continuar, acabe siendo un enorme error.
Rubalcaba y otros dirigentes socialdemócratas europeos, incluidos los alemanes, ya se están desmarcando de las políticas de austeridad extremas. Porque USA sale del hoyo antes y mejor que Europa, y el mundo que continúa creciendo, desde China a Brasil, mira a Europa con estupor. Todos se preguntan cómo puede estar haciéndolo tan mal la vieja pero también muy sabía Europa. Sin embargo, en esta parte del continente llamada España a los flamantes ganadores de las elecciones generales les preocupa sobre todo el grado de rechazo de la población a sus medidas.