Media Europa tiembla este fin de semana al pensar que políticos y funcionarios de la EU puedan no alcanzar un acuerdo para estabilizar a Grecia que «sea aceptable para los mercados». La empresa norteamericana parece que empieza a tirar, la China ni te cuento y hasta Rusia se estira. En Europa empezaban a distinguirse los brotes verdes… pero, ay, nos encontramos con el despeñadero griego y las grietas harto preocupantes aparecidas en los edificios económicos de los europeos del sur: Portugal, España e Italia, para jibar la fiesta de la recuperación europea. Los hoscos alemanes se muestran una vez mas hartos de la UE, cansados de pagar sus atrasos y venadas; los ingleses, en campaña, buscan votos a costa de abominar de la UE, sus instituciones y moneda y la Francia de Sarkozy refuerza sus señas de identidad nacionales, en tanto afila su viejo espadón imperial. ¿Y España?. Nuestro país, naufrago también de la crisis, busca la orilla de la tranquilidad solo con el esfuerzo de un Gobierno abrumado, el interés de un puñado de empresas y acaso la fuerza inconsciente de unas gentes que han visto como hemos venido saliendo los últimos treinta años de no pocos aprietos. Nadie más ayuda. La oposición política, mediática y social espera que el Gobierno se desangre, objetivo que busca a pedrada limpia. Se intala la certeza de que Zapatero no puede con semejante carga, pero nadie sabe quién podría hacerlo. Pero eso ahora no importa. Es el momento de matar al padre. Cuando éste sea fiambre veremos con quién casamos a madre. Nuestro episodio europeo y nacional es, pues, triste y desasosegante. Las agencias de noticias informan de que buena parte de los programas electorales de la derecha europea exigen renegociar la relación que mantienen sus países con la UE. Ahora parece que la idea de la Europa unida es la culpable. Pena.
Fotografía: El Rapto de Europa