Quién lo diría, pero en los últimos días algunos alcaldes de pueblos pequeños están dando lecciones a sus mayores políticos. Mientras ellos tienen claro qué quieren y qué persiguen –una gran inversión (el ATC) que les ayude a no desaparecer del mapa- las cúpulas de sus partidos, PP, PSOE, CiU… andan como pollo sin cabeza. En tanto que los concejales de pueblo buscan un puesto de trabajo para sus paisanos, sus jefes sólo atienden a qué votos pierden o pueden ganar apoyando o no la construcción de un almacén de residuos nucleares. No les importa otra cosa que el voto, o sea, penoso. Estos partidos, además, se habían puesto de acuerdo en el Parlamento de la nación para favorecer la instalación de un almacén de estas características ya que esa es “la solución más segura y económica”. Sin embargo, a la hora de hacer real esa iniciativa política se rilan, creen que les puede perjudicar, abdican de unas responsabilidades que tratan de endosarlas en el haber del adversario político. El PP dice que “lo del ATC” es cosa del Gobierno y algunos presidentes de CC. AA socialistas nos informan que no quieren el ATC en su territorio. Así las cosas, algunos alcaldes de algunos de los pueblos más pequeños, más olvidados y del interior de España se levantan como antiguos quijotes defendiendo el pan de sus paisanos frente a toda adversidad. Es curioso, la España interior desinformada, ruda y supersticiosa, acoge a las nucleares con cierta normalidad, en tanto que la urbana, informada y globalizada España las rechaza como el mal absoluto. O sea, el mundo al revés. Claro que todo tiene sus porqués. Los detractores de lo nuclear sostienen que es el dinero que oferta Enresa el ronzal que les lleva a pedir el ATC. Y tienen razón. Pero esta no es la única causa. Muchos de estos pueblos han convivido durante décadas con las centrales nucleares, “sin pasarles nada” y manteniendo un nivel estable de empleo. En las grandes urbes continúa anidando ese mantra de “nucleares no, gracias”, “el aceite de oliva es cancerígeno” o el “eucalipto mata a la tierra”. Se ha demostrado que todo es una gran mentira pero nadie termina de reventar estas martingalas como dios manda.