Una Cárcel Verde

Acto de protesta de Greenpeace en Copenhague
Fotografía: Acto de protesta de Greenpeace en Copenhague

Respeto a la persona de Juan López de Uralde, director de Greenpeace para España, y comparto hasta su misma raíz el ideario de su organización verde que llama la atención sobre las agresiones –mayores o menores- ejercidas sobre nuestro planeta. Es más, creo que gracias a su trabajo y el de millones de ambientalistas en todo el mundo, la tierra tiene aún esperanza. De no haber sido por ellos (que trabajo inmenso el de los Verdes alemanes en su momento) los ideólogos dominantes del globo y todas las iglesias y la mayoría de los científicos hubieran caminado por otras veredas. Y digo esto para que se entiendan bien los siguientes renglones, pues López de Uralde y otros activistas verdes fueron detenidos en Copenhague cuando protagonizaban uno de sus “saltos mediáticos” de protesta y así han permanecido durante 21 días hasta salir libres con cargos. Y tras observar cómo se vienen manifestando, sobre todo ellos y algunos amigos, singularmente en la prensa, parece que lo sucedido es poco menos que una tragedia moderna ocurrida también, qué casualidad, en Dinamarca. ¿Es para tanto? Veamos. La policía danesa (no es la GESTAPO, ni la DINA, ni el GPU o los guardianes de la revolución iraní) les acusa de tres posibles delitos: suplantación de cargo público, falsificación de matrícula diplomática, allanamiento de morada (y no cualquiera), de la reina danesa. Pero López de Uralde nunca logró entender “por qué estábamos allí encerrados”. Es cierto, han protagonizado tantos y tan espectaculares scoop informativos verdes (Greenpeace la más sensacionalista de todas las organizaciones verdes) y les han salido tan gratis, casi siempre de rositas, que se habían olvidado que sus actos, también lo suyos, tenían consecuencias. Pero los daneses los (nos) han sacado del error. Y se quejan de que los han tenido entre presos comunes, aunque les “han tratado como presos políticos. Una vez más los nórdicos dan una lección al mundo civilizado: el que la hace la paga, la ley se cumple, aunque el infractor busque el mejor de los mundos.

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